miércoles, 28 de febrero de 2018

El emocionante Viernes Santo en el que María, poseída durante 5 años, fue liberada delante de todos

El emocionante Viernes Santo en el que María, poseída durante 5 años, fue liberada delante de todos

La pasada semana la Conferencia Episcopal siciliana, que engloba a un total de 18 diócesis de la isla italiana, organizó un nuevo curso de formación para exorcistas con el objetivo de 'potenciar la lucha contra el demonio y ayudar mejor a las víctimas de la acción de Satanás.

En total participaron 44 exorcistas y fue realizado en el Centro Juan Pablo II, dirigido por el capuchino Benigno Palilla, veterano exorcista de la Archidiócesis de Palermo y maestro de los sacerdotes a los que el obispo les encomienda este ministerio.

Hay que tomarse en serio el ministerio de exorcista
El padre Benigno insistió en la formación de los sacerdotes, incluso desde el seminario, y advirtió que “siendo autodidacta se cometen errores, quizás de buena fe, pero aún así errores”.

“Necesitamos el conocimiento de la Teología pero también un conocimiento específico de las normas de la Iglesia y de cómo la Iglesia dice que deben realizarse los exorcismos. Pero no es suficiente porque necesitamos una actualización y una formación permanente. Finalmente, para hacer un exorcismo bien hace falta un tiempo de entrenamiento. ¿No sería útil estar junto a otro médico con experiencia para entender cómo aplicar lo que se estudia? No podemos imaginar que sea diferente para los exorcistas”, reflexionó el padre Benigno en la reunión.

Una forma efectiva de vencer a Satanás
Pero además hizo otra aportación que luego explicó con un caso concreto de una poseída a la que ha exorcizado recientemente. “Si detrás del exorcista hay una Iglesia orante y penitente, la liberación se logra más fácilmente: una sola reunión  puede ser suficiente y no, como sucede a menudo, un trabajo largo, incluso de años”, explicó. Y es ahí donde invitó a la comunidad cristiana a tomarse muy en serio los sufrimientos de las víctimas del demonio y a las que se las puede ayudar con la oración, adoración, ayuno y la caridad fraterna.


Esta es la decimocuarta edición de estos encuentros de exorcistas de Sicilia. La imagen muestra una de las ediciones pasadas

Y este veterano exorcista quiso contar a sus compañeros un caso concreto, el de María, que recoge la versión italiana de Aleteia.

María es una mujer casada y madre tres hijos que vive y trabaja como empleada en una tienda en Sicilia. Durante cinco años el demonio ha atormentado su alma y herido su cuerpo. Ya está liberada.

Los brutales ataques del demonio
El veterano exorcista afirma que “aunque poseída, María asistía constantemente a nuestra pequeña iglesia de San Isidro de Palermo. Era un tormento escuchar al diablo hablar a través de ella durante las celebraciones: ella maldecía a los presentes y al sacerdote que presidía la misa, interfirió en la homilía y gritó ante Jesús Eucaristía. Y en los momentos más turbulentos ella fue llevada a otra sala pero las maldiciones llegaron a los oídos de los que rezaban. Y su corazón se llenó de un profundo e injustificado odio hacia su esposo y sus hijos”.

Pero al sufrimiento espiritual que experimentaba se unía también el enorme dolor físico que le infringía el demonio, especialmente durante los exorcismos. Recuerda el fraile capuchino que María sentía golpes terribles como si fueran puñaladas y que “a menudo, el abdomen se hinchaba de manera desproporcionada”.

El llamamiento a la comunidad parroquial
Aún así esta mujer italiana no dejó de asistir a la iglesia y de pedir ayuda al exorcista. Y así fue como llegó la Semana Santa del pasado año.  Durante los oficios del Jueves Santo el padre guardián pidió a los fieles que estaban en la misa que ofrecieran el ayuno del día siguiente por una intención: la liberación de María. Ella estaba presente en el templo.

No era la primera vez que involucraban de esta manera tan activa a la comunidad llamando a la oración, al rezo del Rosario y a la adoración e incluso al ayuno para otros casos similares en el pasado. Ningún feligrés se echó atrás y recogieron el guante del fraile capuchino.

“Los sufrimientos de ella y de su familia quedaron muy claros para todos, la conocían, lo entendieron y la miraron con piedad”, afirma fray Benigno.



La respuesta de la comunidad fue tal que el diablo quedó completamente derrotado. Así lo recuerda: “El Viernes Santo, mientras estábamos en oración, María estaba al margen, una vez más bajo el yugo del demonio. Pero en cierto punto de la liturgia de la adoración a la Cruz, desde la sala en la que se encontraba, lo escuchamos: por primera vez en cinco años, en voz alta alabó al Señor”.

El día que pudo besar y adorar la Cruz
El padre Benigno fue a buscarla y la pidió que fuera a adorar la cruz en la asamblea. “Caminábamos juntos frente a los ojos asombrados de los presentes. Cuando llegué a la Cruz, la invité a besarla, como preveía la liturgia de aquel día. Ella se inclinó, la abrazó e inmediatamente rompió a llorar y con ella toda la asamblea”.

A continuación recibió la Eucaristía y serenamente regresó a su sitio. El exorcista siciliano afirma que “fue un milagro registrado públicamente, un momento extraordinario de la comunidad porque la liberación se produjo gracias a la contribución de todos allí”.

El padre Benigno Palilla considera que contra un enemigo tan poderoso como el diablo hay tres armas que Jesús dejó al hombre: fe, oración y ayuno. Las tres fueron utilizadas por los feligreses de aquella iglesia. Destaca que “la comunidad nos acompañó a ella y a mí también. Así debe ser, siempre y en todas partes, para cada hermano que sufre y para cada exorcista”.

Las lágrimas de todos los feligreses
“¡Cuánto amor nos dieron! ¡Cuántas personas se detuvieron para abrazarla el día de su liberación! ¡Cuántas lágrimas en los ojos de todos!”, relata emocionado. Feligreses enfermos e incluso niños quisieron unirse al ayuno para ayudar a María.

Y así participó también en la Vigilia Pascual, sentada en primera fila y ella asegura ahora que “debo agradecer a todos los que asisten a San Isidoro porque nunca me he sentido despreciada, siempre me han aceptado, me han dado la bienvenida e incluso amado. La noche de la Vigilia Pascual celebré la Resurrección del Señor, que también fue la Pascua de mi liberación”.

28 febrero 2018

martes, 27 de febrero de 2018

En el confesionario sólo el perdón del Padre.

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El Señor no se cansa de llamar a cada uno para que cambiemos nuestra vida, para que demos un paso hacia Él a fin de convertirnos.

Y lo hace con la dulzura y la confianza de un Padre. Son los conceptos fundamentales que expresó el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, el último martes de febrero.
Cuaresma es un tiempo que nos ayuda en la conversión, en el acercamiento a Dios, en el cambio de nuestra vida. Y ésta es una gracia que hay que pedir al Señor.

Jesús llama con dulzura y confianza de padre

Inspirándose en la lectura tomada del primer libro del Profeta Isaías que ofrece una verdadera “llamada a la conversión”, el Papa Francisco se refirió a la “actitud especial” de Jesús ante nuestros pecados.
“No amenaza, sino que llama con dulzura, dando confianza. “Vengan y discutamos” son las palabras del Señor a los jefes de Sodoma y al pueblo de Gomorra, al que – tal como explicó el Papa – ya ha indicado el “mal” que hay que evitar y el “bien” que hay que seguir. Y así también lo hace con nosotros:
“El Señor dice: ‘Ven, vamos. Ven y discutamos. Hablemos un poco’. No nos asusta. Es como el papá del hijo adolescente que ha hecho una travesura y debe reprenderlo. Y sabe que si va con el bastón la cosa no irá bien, debe entrar con la confianza. El Señor en este pasaje nos llama así: ‘Vamos, vengan. Tomemos un café juntos. Hablemos, discutamos. No tengan miedo, no quiero aporrearlos’. Y dado que sabe que el hijo piensa: ‘Pero yo he hecho algunas cosas’… Inmediatamente: ‘Incluso si tus pecados fueran como la escarlata, se volverían blancos como la nieve. Si fueran rojos como la púrpura, llegarían a ser como lana”.

En la confesión no a las amenazas

De modo que Jesús, como el padre con respecto a un hijo adolescente, con un “gesto de confianza acerca al perdón y cambia el corazón”. Así lo hizo – recordó el Papa Bergoglio – al llamar a Zaqueo o a Mateo, y así en nuestra vida, nos hace ver “cómo dar un paso adelante en el camino de la conversión”:
“Demos gracias al Señor por su bondad. Él no quiere aporrearnos ni condenarnos. Ha dado su vida por nosotros y ésta es su bondad. Y siempre busca la manera de llegar al corazón. Y cuando nosotros los sacerdotes, en el lugar del Señor, debemos sentir las conversiones, también nosotros debemos tener esta actitud de bondad, como dice el Señor: ‘Vengan, discutamos, no hay problema, el perdón está’, y no la amenaza desde el inicio”.

Ir hacia el Señor con el corazón abierto

El Papa relató a este propósito la experiencia de un Cardenal confesor que precisamente ante el pecado que intuye que es “grueso”, no se detiene demasiado y va adelante, continúa el diálogo: “Y esto abre el corazón” – subrayó  Francisco – “y la otra persona se siente en paz”. Así hace el Señor con nosotros, nos dice: “Vengan, discutamos, hablemos. Toma el recibo del perdón, el perdón está”:
“A mí me ayuda ver esta actitud del Señor: el papá con el hijo que se cree grande, que se cree crecido y aún está a mitad de camino. Y el Señor sabe que todos nosotros estamos a mitad de camino y muchas veces tenemos necesidad de esto, de escuchar esta palabra: ‘Pero ven, no te asustes, ven. El perdón está’. Y esto nos anima. Ir hacia el Señor con el corazón abierto: es el Padre que nos espera”.
Fuente: Vaticannews.va / María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano

lunes, 26 de febrero de 2018

Era atea, su bebé iba a morir y entonces oró a Dios: hubo milagro y ella se bautizará en esta Pascua. Poli Sanchiz / ReL26 febrero 2018

Era atea, su bebé iba a morir y entonces oró a Dios: hubo milagro y ella se bautizará en esta Pascua

Jazz Yue Yi Li pensaba que Dios no era real. Su vida había transcurrido ajena a Él, hasta que fue testigo de un milagro protagonizado por ella misma y su hijo recién nacido, lo que le hizo dar un vuelco total a la forma en la que veía a Dios.
El 6 de abril de 2017, tras un embarazo tranquilo, Yi Li dio a luz a su hijo Mark Yi Hoang. Pero justo tras el parto los médicos tuvieron que llevarse al bebé a cuidados intensivos pues se debatía "entre la vida y la muerte”. Mark había contraído una Infección estreptocócica del grupo B, enfermedad conocida con el nombre de EGB, que puede darse durante el parto.

1 entre 4.000
Aunque se hayan administrado los antibióticos necesarios a la madre, las posibilidades de que un bebé nazca tras contraer el EGB son de 1 entre 4.000. Afortunadamente, Mark había nacido, pero tenía muchos problemas. Por culpa de la infección bacteriana había contraído meningitis y septicemia.
“Yo estaba fuera, en el pasillo, mirando la sala de operaciones. Le vi dejar de respirar tres veces”, ha contado Yi Li. “Fue una experiencia traumática”. En aquel momento ella no era creyente. “Nunca lo había sido antes. Simplemente pensaba que podíamos hacer las cosas a nuestra manera”, cuenta a CatholicLeader.


"Dios no nos dejará enterrarle"
Sin embargo, pese a que ella era atea el marido de Yi Li, Joseph Hoang, era católico. Él la animaba diciendo que todo lo que podían hacer era rezar por el bebé. “Joseph estuvo allí, apoyándome, y me invitaba a creer, a creer en que Dios podía obrar un milagro”, ha explicado Yi Li. “Dios no nos dejará enterrarle, me decía”. “Yo no tenía esperanza”, ha contado ella. “Estaba muy deprimida porque el doctor había dicho que si el bebé volvía a dejar de respirar esa noche, moriría”.
Al final, Yi Li hizo caso a su marido y rezó. “A la mañana siguiente, seguía vivo”, cuenta Yi Li. Aunque había sobrevivido, los doctores pronosticaron que era muy probable que Mark acabara ciego o sordo como consecuencia de la enfermedad. Mark apenas pudo moverse durante varios meses.
El ejemplo de la esperanza
“Ni siquiera en ese momento pensaba en ir a misa, pero Joseph seguía diciéndome que debía creer en los milagros”, explica Yi Li. Ella no pensaba que pudiese ocurrir un milagro,pero estaba animada por la fe de Joseph, que sí lo esperaba.
El ejemplo que daba Hoang con su esperanza animó a Yi Li a empezar a ir a la catequesis de adultos en la parroquia de Southport, en Brisbane, cuyas sesiones están abiertas a personas que quieren saber cómo convertirse al catolicismo. “Pensé que tal vez había una oportunidad y que alguien podría hacer algo por mi hijo”, explica Yi Li. “Si alguien podía, ese era Dios”.
El padre Jan Bialasiewicz, sacerdote de la parroquia, le animó a que rezara por la recuperación de su hijo y fue guiándola poco a poco en su proceso de conversión. Poco después, su hijo Mark fue bautizado y ahí fue cuando realmente cuando ella dio un salto hacia la fe.


Si buscas a Dios, lo encuentras
Su bebé ya había progresado mucho. Tenía ocho meses, y ya podía sentarse y mantener la cabeza erguida. “Ahora tiene diez meses y medio, y puede caminar a gatas e incluso levantarse”, cuenta Yi Li. “Es como un niño normal”. Pese a su mejora, Mark fue diagnosticado con discapacidad visual, causado por el daño cerebral. Sus padres deben estimular su vista a diario; los progresos ya se hacen notar.
“El mes pasado no podía vernos, pero ahora nos mira y sonríe, incluso si no hacemos ningún ruido”, explica el Yi Li. “Ha ocurrido un milagro que me ha hecho creer mucho más de lo que jamás hubiera pensado. Al principio pensé que moriría, después que estaría en una silla de ruedas para siempre, y solo con rezar y creer en el milagro, está casi totalmente curado”.
El 31 de marzo, en la Vigilia de Pascua de este año Yi Li se bautizará, confirmará y hará la primera comunión en la parroquia de Southport. Todo ello el mismo día que su hijo cumplirá su primer año. “Si buscas a Dios, le encuentras”, ha dicho Yi Li.

sábado, 24 de febrero de 2018

5 ideas para rezar en familia con los niños sin que se distraigan demasiado: prácticas y realistas

El doctor Ray Guarendi (DrRay.com) es psicólogo clínico, conferenciante en vivo y en programas radiofónicos, colaborador en el CatholicDigest de EEUU y padre de diez hijos.En un reciente artículo en el CatholicDigest comenta 5 ideas que propone para rezar en familia con los niños sin que se distraigan demasiado.

Antes establece un principio: más vale rezar mal, distraído, con preocupaciones, que no rezar. O, citando al escritor converso G.K. Chesterton, "si algo merece ser rezado, entonces merece ser rezado pobremente" (o incluso de mala manera). La oración en sí es siempre válida y valiosa aunque no sea perfecta. "Incluso cuando la mente no está con las palabras, el corazón sí puede star bien enfocado", escribe Guarendi.



También explica que si bien los niños se distraen, también lo hacen los adultos. Y admite que en toda su vida adulta ha rezado muchísimos rosarios, pero solo unos 20, o algunos más, fueron "buenos de verdad", en el sentido de atentos, meditados, etc...

"Cuando nuestros 10 hijos tenían menos de 13 años, la mayor parte del tiempo -y no solo del tiempo de oración familiar- estaba marcada por el caos. Durante nuestro Rosario familiar, nos sentábamos en círculo -aunque fuera uno que no dejaba de oscilar- y cada uno tenía su turno para una oración. Más veces de las que pueda contar yo no sabía dónde estábamos en mi turno, si en un Avemaría o en un Gloria. Enseguida 5 o 6 niños y una esposa competían por corregirme. ¡De repente todos eran orantes atentos!"

El doctor Guarendi señala también que un niño o adolescente que sea muy maduro en lo moral o en lo intelectual puede ser, perfectamente, muy distraído e infantil en su atención a la oración, y que no pasa nada por ello. La madurez de la gente que reza les hará rezar mejor al pasar el tiempo. 



Dada la realidad de los niños y su capacidad de aguante y atención, propone cinco ideas para la oración en familia con niños: 

1. Sentar a los niños estratégicamente
Si el mediano se pelea con la pequeña, lo mejor es sentarlos separados desde el principio. Los padres han de colocarse en lugares adecuados, quizá entre ellos, "aunque quizá arruine tu concentración y cualquier sentido piadoso que te quede", comenta comprensivo el psicólogo.

2. Llamar la atención con brevedad, con silencio o una palabra
Si los niños se distraen, el adulto calla, o impone silencio hasta que se recupera la atención. "El silencio puede llamar la atención con fuerza". Si no basta, puede usarse una tos, un chasquido de dedos, puedes rezar más fuerte: todo eso les llamará la atención de nuevo. Lo que NO hay que hacer es regañar o avisar a los despistados con frases largas ni discursitos. Eso sacaría de la oración a todos, y mucho.

3. Oraciones estructuradas y con turnos 
Oraciones estructuradas y repetitivas como el Rosario, las letanías o la Coronilla de la Divina Misericordia permite repartir turnos que se van alternado: un niño, una oración. Y cuantos más turnos te toca hablar, más difícil es distraerse.

4. Pon a rezar al distraído
Puede que algún niño se queje y se deshagan los turnos habituales, pero si a un niño se le ve muy distraído, a ese es al que han de darle un turno de oración por sorpresa, aunque le toquen más que a otros. No importa si los otros niños protestan: "¿y por qué ese lo hace más veces que yo?"

5. Si hay que hacerlo más corto, se hace más corto
Hay que saber cuando parar. Las sesiones más largas cansan más y no necesariamente aportan más santidad ni mejoría. Se aplican -al menos psicológicamente-  los dividendos descendentes: cuanto más (largo), menos atención, disfrute, fruto. Se pueden dejar unas cuantas oraciones para otro momento y hacer una sesión más corta.
J.G./ReL23 febrero 2018

viernes, 23 de febrero de 2018

Sin fe, herida por drogas y amarguras, reiki y masonería, rezó a Jesús «y Él apareció a mi lado»

Sin fe, herida por drogas y amarguras, reiki y masonería, rezó a Jesús «y Él apareció a mi lado»

Marcela Araya, madre de familia, cuenta su testimonio en Barcelona, ante Nazaret.Tv, unos tres años después de su conversión.

Durante toda su vida, la sensación de falta de amor le condujo a comportamientos destructivos, adicción, intentos de suicidio y después los vacíos vaporosos de la espiritualidad New Age. Hasta que un día de invierno se dirigió a Jesucristo: "si existes, si de verdad eres 'eso que dicen', ven y sálvame". Cuenta su testimonio cuando se lo piden sacerdotes, por obediencia y con permiso de su director espiritual. Así fue su historia de conversión.

Una familia atea comunista
"Yo nací en Chile, en una familia atea, comunista, que apoyaba a Allende por el sueño de un mundo mejor para los trabajadores, una familia muy solidaria pero muy atea. Estaban en un espíritu de división: los buenos y los malos", explica Marcela.

Era una familia grande y con muchos parientes. Su madre trabajaba en el Ministerio de Agricultura "con mucha gente a sus órdenes" y tenían una gran casa, y vacaciones en las montañas.

Con la llegada del régimen de Pinochet, y con amigos y parientes detenidos, torturados o desaparecidos, la familia escapa de Chile y llega, casi sin posesiones, a Menorca,invitados por un amigo de la infancia del padre. Marcela tenía 9 años y "aunque Menorca era muy bonita", ella se sentía sola y desarraigada. "Tenía mucho dolor, no dormía de noche, lo odiaba todo, era muy pequeña y vengativa", recuerda.

Infancia de amargura: un bloqueo al amor
Empezaron pobres: su padre trabajando en el hotel de su amigo, su madre en tiendas de bisutería y luego en una importante empresa de viajes. "Enseguida remontamos", explica. Sus padres, viendo rotos sus sueños de Chile, sintiéndose abandonados también por el Partido Comunista, se llenaron de amargura. "Mi padre se volvió muy amargo, y era bruto conmigo y con mi hermana. Luego se arrepentía, porque era buen hombre, pero tenía demasiado dolor. Ateo, no tenía donde acudir. Mi madre estaba volcada en el trabajo y solo nos daba amargura. En cuanto pudimos, las hijas nos fuimos de casa".

"A los 13 años me fui de casa, y con mi hermana, de 19, nos fuimos a Londres, a Brighton, a estudiar inglés. El viaje, vivir solas, nos espabiló mucho, a mí, desde luego, demasiado. Yo sentía que me habían echado de casa. Mis padres no estaban para mí".

Porros, ácidos, heroína...
"A los 14, de vuelta a Menorca, empecé con los porros, las drogas. Te hacen reir, olvidar. Y después los ácidos, y con 17 en la heroína. Era fantástico: te morías y no sentías dolor. Éramos niños bien, que robábamos a los padres".

Marcela empezó a ver a algunos amigos de la droga que les iba muy mal. Empezó a asustarse y pensar en dejarlo. Pero, ¿cómo? No se atrevía a decirlo a sus padres. Para llamar la atención, intentó suicidarse "pero de una manera muy tonta, con un cuchillo que casi no cortaba. Me pilló la madre de un amigo y me llevó a casa". Marcela reconoció antes sus padres que necesitaba ayuda... Durante unos meses sus padres de volcaron en ayudarla, con tratamientos, medicinas y atención.



Pero al cumplir los 18 años decidió irse "a descubrir mundo" con otra amiga. Era también una forma de evitar sus antiguas amistades de adicta. Dejaron Mahón, fueron a Ciudadela, conocieron más gente, fiestas... y otras vez drogas (esta vez cocaína, en vez de heroína).

Después, "haciendo todas las trampas posibles" se colocó a estudiar Económicas en la universidad en Londres. Descubrió que era buena estudiante. También hacía cortos y videoclips en una escuela de cine.

Desilusión, aborto, suicidio casi exitoso
"Aprendí a hacer producción y lo hacía bastante bien, con mi novio de entonces, que era director. Pero me desilusionó ese mundo, y mi novio. No les interesaba tanto el cine como la fiesta. Y quedé embarazada, y aborté, porque la carrera era más importante".

A Marcela le tiembla la voz cuando llega a este punto y se detiene un instante. "Dios me ha perdonado. Pero si una se da cuenta... es terrible, claro, es un asesinato. Y yo asesiné a mi hijo".

Después de eso intentó suicidarse otra vez. No recuerda mucho, pero el doctor, después del quirófano, le dijo: "has tenido mucha suerte, te cortaste hasta los tendones, podrías haberte quedado sin manos". "Yo pensé: ¡es que estoy como una cabra, loca perdida!". Su familia había vuelto a Chile. Las autoridades la colocaron en el psiquiátrico de Sabadell, cerca de Barcelona, esperando que alguien se responsabilizara de ella.



Por primera vez, conoce el amor
Una amiga de Inglaterra vino a sacarla del hospital y se la llevó a Londres, a su casa. En una cena allí conoció a Phillip, su marido. "Me quedé en casa de él. Vio que yo estaba fatal, porque era listo, pero me amaba de verdad. Yo descubrí que ¡hay gente que te ama! Yo estaba alucinada: era amable, respetuoso... Y quedé embarazada. Pensé que él no querría el niño, que me dejaría... Pero él se alegró, me abrazó. Yo no lo esperaba: por primera vez alguien estaba alegre por algo mío. Nos casamos por lo civil. Teníamos un niño, esperábamos el segundo. Por primera vez tenía amor, daba amor, recibía amor".

El reiki y la new age
En lo material estaban bien y vivían ahora en Barcelona. Pero ahora una amiga la inició en el reiki para "sanar más". Se inició en distintos tipos de reiki, la supuesta técnica para canalizar una indetectable energía vital sanadora. Lo combinaba con otras prácticas new age.

"Empecé a adorar piedras, yo que sé, tonterías, que uno se lo quiere creer por buena voluntad... y el yoga, la meditación, y yo le daba lecciones a los demás... cuando en realidad yo estaba fatal, y no podía ni con mis niños".

Marcela explica así su herida: "Yo tenía esa barrera de dolor y no podía darles a mis hijos lo que no había recibido; si no lo había recibido, ¿cómo iba a dárselo? ¡Las piedras tampoco podían dármelo!"

Masonería y esoterismo
"Y me metí en la masonería, a leer muchos libros en contra de la Iglesia Católica, algunos libros muy bonitos, pero que hoy los veo y digo 'madre mía, ¿cómo es posible que yo me creyera esto?'. Y hablar, y hablar con el psicólogo, etc... Pero esas miserias, aunque las puedes airear un poco, siguen ahí".

Mientras tanto, a Philip, su marido, todo le iba mal: salud, problemas de trabajo... "Claro, hoy lo veo: si yo me dedicaba a abrirle la casa al Maligno, ¿cómo no?"

Se mudaron a Berlín. "Allí fue la explosión del esoterismo: cada semana un curso nuevo, gastando dinero, energía e ilusiones."

Una amiga católica y un vídeo-testimonio
Sin embargo, mantenía contacto con algunas amigas de Barcelona que también estaban en su propio viaje de exploración espiritual por la Nueva Era. Y entonces supo que una de ellas se estaba haciendo católica. 

"Yo pensé: está loca, qué le pasa, me habla de Vírgenes, de curaciones, que si se aparece..." Pero la veía más tranquila y mejor. "Y ella fue a Medjugorje y allí rezó por mí".

"Yo me dedicaba a la meditación trascendental, que no funcionaba, me ponía de mal humor aunque todo nos iba bien materialmente". Y por esas fechas su amiga le mandó un vídeo con el testimonio de Gloria Polo, una mujer alejada de la fe que recibió un rayo y volvió de una experiencia cercana a la muerte. "Lo miré por respeto con mi amiga, para al menos decir que lo había visto".

Gloria Polo hablaba de sus pecados pasados, del Purgatorio, del infierno... "y me parecía una locura, pero me creó la duda; 'yo iría al infierno directo, seguro'". 

Día de nieve: la primera oración a Jesús
Un tiempo después, en un día de nieve, Marcela se encontró llorando, sintiéndose muy mal pese a todos sus cursos de New Age. Y decidió dirigirse a Jesucristo, por primera vez. "Y le dije a Jesús que si existe, que si es 'eso que dicen', que venga y me salve, porque ya está bien, porque con mi dolor iba a hacer algo que lo perdería todo, mis hijos, mi familia..."

"Y me aparece Él, me aparece Jesús"
Al día siguiente, entró en su "cuarto de meditación, con todas mis piedras y esas cosas". "Me puse a meditar. Y me aparece Él, me aparece Jesús. Está a mi lado, me está mirando.Está ocupado, como rodeado de jóvenes. Y me miraba como diciendo: 'tenemos trabajo'. Lo entendí todo, vi todos mis pecados. Me iluminó y lo vi, no había donde esconder nada. Vi que todo lo que había hecho era herirlo".

"Él es puro, purísimo, todo amor, y yo lloraba de vergüenza, por todo lo que había hecho, que era terrible. Y pensaba: ahora me va a juzgar. Pero él me miraba y me amaba. Y en ese momento yo vivía su misericordia. Me estaba dando mucho amor. Casi oía caer las cadenas que me ataban. Y lloraba y lloraba. Para mí fue eterno, no sé si 10 minutos o tres horas. Le dije: ¿qué quieres? Y me dijo: ve a mi Iglesia. Y le dije: pídeme otra cosa, eso pídemelo cuando esté mejor. Yo me había leído todos esos libros contra la Iglesia y los curas me caían muy mal. Pero Él insistía: ve a mi Iglesia. Y fui al momento a buscar una iglesia, en Berlín. Pensé: será la católica, que es la que yo conozco".

Le costó un rato, pero finalmente encontró una parroquia católica.

"Cuando entré, me senté, y sentí una paz que no había sentido nunca. Sentí que era mi casa. Fue muy hermoso".

"Ahora sí que estoy chalada..." 
Y empezó así su amistad con Jesús. "Yo estaba asustada: 'ahora sí que estoy chalada, ahora hablo con Jesús. No puedo decírselo a mi marido, porque me la juego, con mis antecedentes'. Pero rompí con muchas amistades, con el reiki... Jesús me perdonaba con la mirada pero yo sabía que faltaba algo. En Internet leí lo de los pecados de pensamiento, obra, palabra y omisión... Pensé: 'de omisión lo he hecho todo'. Los amigos, cuando les contaba 'creo que soy católica', pensaban "Marcela y sus locuras".

En su primera confesión vio, asombrada, que el sacerdote se emocionaba. "Solo me confesé una vez en el colegio, y no era nada real. Hice la comunión mal, por ponerme a la cola", le iba explicando al sacerdote. Y luego todo lo demás, su vida desastrosa, lo del aborto y muchas lágrimas. Cuando el sacerdote dijo las palabras poderosas de la absolución ("Yo te absuelvo en nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo"), ella sintió "un calor, que de repente se me iba todo eso que me dañaba. Y lloré por la sanación que sentía. Y me maravillaba. Volví a casa cantando como una niña".



Ir a misa diaria, a escondidas
A partir de entonces necesitaba ir a misa cada día. Del Rosario sólo sabía que tenía bolitas. Y buscó por Intenet y empezó a rezarlo cada día. En Berlín hay pocas misas de diario: según el día era en un sitio u otro. En casa la misa diaria causaba trastornos, iba a misa a escondidas, escapándose de casa. Pero "yo sabía que toda mi fuerza vendría solo del Señor y sin ella volvería a caer". Aún no podía comulgar, ella misma lo sentía.

"Yo veía al Señor conmigo en mis momentos malos del pasado, bendiciendo, poniendo amor en situaciones que habían sido terribles. Yo sentía amor y sanación. Veía esas cadenas, las llevaba a la confesión, y allí las soltaba. Y lloraba siempre en confesión. Mi marido empezó a ver el cambio. Mi hijo mayor, que le gusta la historia, viendo la película"Karol", sobre Juan Pablo II, me dijo: ahora lo entiendo, mamá. Mi marido empezó a acompañarme a misa".

- ¿Tú te casarías conmigo otra vez? - le dijo ella.
- Claro -dijo él.
- Pues lo vas a hacer, ahora por la Iglesia.

Con la ayuda de un sacerdote de Gerona el matrimonio se preparó. Ella vivió su boda eclesial sintiéndose "la hija bonita de nuestro Padre Celestial". Cuando preguntaban a su marido por su fe, decía que viendo el cambio en Marcela, era indudable que eran cosas que hacía Dios. Más adelante, un viaje a Lourdes la ayudó a sanar aspectos de su relación con su madre terrenal.

"Así pasé de no conocer el amor a llenarme de amor de manera absoluta. Soy plenamente feliz, estoy con Dios, que es el más guapo, es inmenso. No lo cambio por nada".

15 febrero 2018

jueves, 22 de febrero de 2018

Peregrinación cuaresmal a Dominus flevit, por Pbro. Santiago Quemada

Enrique Simonet Lombardo (Spanish, 1864-1927) Flevit super illam (1892) Oil on canvas. 296 by 550 cm. Museo Nacional del Prado, Madrid. On loan to Murcia.

El Señor lloró aquí, en Jerusalén

El calendario de Cuaresma en Tierra Santa es rico e intenso. En la segunda semana del tiempo cuaresmal inician las peregrinaciones a los santuarios de la Pasión y Muerte de Jesús, una tradición de muchos siglos, que ha sido mantenida viva por los franciscanos de Jerusalén, que culminará en la Semana Santa.
“En Tierra Santa somos afortunados porque podemos seguir a Jesús, escucharlo en todos los lugares en donde se manifestó y nos amó. Es un itinerario completo, porque la característica de Tierra Santa es definida por esta palabra: hic, aquí. Yo logro ver con mis propios ojos y tocar con mis manos”.
La primera celebración se realiza en el Santuario del Dominus Flevit, que significa “El Señor lloró”. El pequeño santuario situado en el Monte de los Olivos acoge a la comunidad local y a los peregrinos para la celebración de la misa.
Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: «¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita» (Lc 19, 41-44).
La peregrinación cuaresmal, que es sobre todo un camino de meditación y que cada semana tendrá una etapa ante un santuario diverso, comienza desde aquí, desde este lugar desde el cual es posible contemplar el panorama espléndido de una ciudad santa y amada por Dios, pero que continúa llena de contradicciones y sufrimientos.
Impresiona aún más pensar en el nombre y en el evento al que se refiere este santuario: “Dominus Flevit”, El Señor lloró aquí, en Jerusalén porque ésta “no había comprendido la vía de la paz”.
“Este llanto de Cristo continúa y todavía hoy es muy actual porque la gente sufrirá hasta que no reconozca en Él al verdadero Mesías y es difícil responder cuál es la verdadera causa de estos problemas, que vivimos en estos días, en estos años en Jerusalén, en la ciudad santa, en su ciudad”

Tres jóvenes libaneses ofenden a la Virgen y reciben una sentencia sorprendente

Una juez cristiana impone una condena ejemplar y la aplaude todo el país
La semana pasada, tres jóvenes libaneses que confiesan la fe musulmana sunní entraron en una iglesia del norte del Líbano y ultrajaron una estatua de la Virgen expuesta en ese templo.
Los tres fueron arrestados con la acusación de “ofender los sentimientos religiosos”, un tema muy sensible en el Líbano, país en el que la convivencia religiosa entre musulmanes y cristianos vive desde siempre en un delicado equilibrio.
Por ello, la juez de la Corte del Norte Líbano que ha llevado el caso, Josline Matta Khoury (que es cristiana), decidió imponer como sentencia a los ofensores que memorizaran una parte de la Sura de Al-‘Imrân (La familia de Imran), una Sura del Sagrado Corán que habla de la Virgen María y de su familia.
De hecho, la juez decidió que esta fuera la sentencia, en lugar de proceder a ingresarlos en prisión, que era la pena que les hubiera correspondido. Y cuando se ha certificado que los jóvenes habían memorizado la parte indicada, procedió a dejarles en libertad.
Y mientras algunos esperaban una reacción negativa a esta decisión de la juez cristiana, sucedió exactamente al contrario. De hecho, muchos libaneses, empezando por el Primer Ministro del país, que es musulmán sunní, Saad el Hariri, acogieron la decisión con mucho respeto y la consideraron como signo de cultura, de paz y de convivencia.
 Aleteia Líbano | Feb 20, 2018

miércoles, 21 de febrero de 2018

¿Ser honestos nos hace más felices o nos mete en problemas? por Javier Fiz Pérez



¿Ser honestos nos hace más felices o nos mete en problemas?

¿Qué valor tiene la honestidad?
Si la honestidad es realmente la mejor política entonces, ¿por qué hay tanto engaño?

A primera vista el concepto de honestidad parece bastante simple. Todo lo que tienes que hacer es decir la verdad en cada situación. Entonces,  ¿por qué personas sinceras justifican distorsionar la verdad en ciertas situaciones?
Existen numerosas situaciones que de forma muy rápida pondrán a prueba nuestra determinación de ser completamente honestos.
Podemos recordarnos durante nuestra infancia cuando queríamos evitar ser castigados. El miedo lleva los niños a mentir en un esfuerzo de evitar consecuencias que se consideran negativas. De este modo se presenta la mentira como menos dolorosa que la honestidad, al menos aparentemente.

Justificaciones de la falta de honestidad

Además de evitar las consecuencias de nuestras acciones se encuentran más razones por las que “merece la pena” no ser del todo honesto:
  • Tratar de no herir los sentimientos de alguien o su orgullo.
  • Evitar que otros piensen mal de nosotros.
  • Miedo de que alguien pueda robar nuestro reconocimiento.
  • Pensar que estamos protegiendo a alguien.
  • Proteger nuestro ego al evitar pasar vergüenza.
  • Evitar que nuestra imagen o reputación este en entredicho.
  • No nos gusta alguien pero no queremos que se sepa.
  • A primera vista se podría pensar que estas son razones perfectamente legítimas para torcer un poco la verdad.
  • Después de todo, ¿no es por un bien mayor?
Pues bien, comprar este tipo de razonamiento retorcido es lo mismo que decir que el fin siempre justifica los medios. En otras palabras, está bien hacer algo malo siempre y cuando obtengas los resultados que deseas.

Ser honesto requiere valor y tacto

Ser honesto exige coraje porque esta nos hace vulnerables y requiere que seamos responsables. Para evitar herir los sentimientos de los demás con nuestra honestidad también se requiere tacto.
Está claro que ser verdaderamente honesto implica algo más que decir la verdad en cada situación pero para las personas con integridad es la única opción aceptable.
La honestidad se ha convertido en un requisito deseado y deseable en todos los ámbitos vitales.
Mantenerse honesto permite sobre todo aumentar la confianza en uno mismo.
En esa delgada línea que separa lo que está bien y lo que está mal, nuestra honestidad personal nos puede mostrar el camino de lo que realmente es correcto.
Ser honesto no siempre será el curso de acción más sencillo o el más conveniente pero es el que te dará integridad. Las personas con integridad siempre reconocerán y apreciaran tu honestidad y coraje.
Publicado originalmente en: es.aleteia.org

martes, 20 de febrero de 2018

El gran drama del tiempo que vivimos es la soledad por Pbro. Carlos Padilla E.


Es la gran enfermedad del hombre de hoy. El drama de la soledad es una epidemia que acaba por llevar a la desesperanza

Escribía el poeta inglés John Donne: «Ningún hombre es una isla». Pero el otro día leía una noticia: «El Reino Unido es una nación de hombres-isla. Nueve millones de británicos (casi una quinta parte de la población) confiesan que se sienten solos». 
Tantas personas que viven solas. Que no tienen con quien compartir la vivienda, los sueños, el camino. Tanta soledad en el corazón del hombre que vive aislado. La incapacidad por romper las cadenas del alma, los muros que separan. Esa llave del corazón que he decidido tirarla en el fondo de un pantano. Para que nadie la encuentre. Porque no quiero que nadie me conozca y me hiera. 
El P. Kentenich vivió en lo más profundo la enfermedad del hombre de hoy. Vivió esa soledad desde su infancia. Y allí, en el vacío más absoluto del alma, se encontró con Dios. Él decía: «Si Dios quiere usar hombres para una gran tarea, sucede siempre así: los conduce a la soledad; ellos, de alguna manera, vienen de la soledad, del desierto»  (1).
La soledad es parte del camino para encontrarme con Dios. La soledad del desierto puede ser el comienzo de mi camino de entrega. La miro entonces como un bien, como un paso necesario. En mi soledad, en lo más hondo de mi alma, está Dios. Allí cuando me adentro y dejo de vivir en la superficie, me encuentro con Él. Esa soledad se convierte en un espacio sagrado para caminar a su lado y desde ahí ir al encuentro de los hombres. 
Pero hay otra soledad que me hace daño. Me aísla, me seca. Es una soledad en la que también me cierro a Dios. A Dios y a los hombres, y me lleno de amargura. Leía el otro día: «Muchas personas en esta vida sufren porque están ansiosas buscando un hombre o una mujer, un hecho o un encuentro que los libere de la soledad. Pero cuando entran en una casa donde realmente se da la hospitalidad, pronto ven que sus propias heridas deben ser entendidas no como fuente de desesperación y amargura sino como signos de que tienen que seguir avanzando, obedeciendo a las voces que les llaman, las de sus propias heridas» (2)
Creo que aprender a vivir con mi soledad como un bien para mi vida, es el camino que he de seguir para ser capaz de abrirme a otros. Para entrar en diálogo y encontrarme en la profundidad sin caer en la masificación. «Si en el fondo no logramos una profunda comunión de dos con Dios, que cultiva una cierta soledad ante las personas, no podemos esperar que nuestras raíces se hundan profundamente en Dios, en cuyo caso debemos temer que la comunidad se convierta en masificación» (3)
Quiero aprender a vivir en paz con mi soledad. Sin caer en la amargura ni en la desesperación. Necesito ahondar, llegar lo más dentro posible de mi alma. Contemplar mi vida en silencio, sin miedo a estar solo. Detenerme en el instante presente. Y calmarme. Puedo estar solo todo el tiempo que sea necesario. Sólo necesito aprender a caminar solo para poder darme más tarde desde lo más propio, desde mi verdad. ¡Cuántas personas buscan en seguida a otra que esté a su lado cuando han perdido a un ser querido! No pueden estar solos. Pretenden calmar un dolor profundo llenando el vacío. Quiero aprender a besar la herida de mi soledad. De la insatisfacción del alma al no vivir la plenitud del amor. No quiero caer en una entrega enfermiza y obsesiva a cualquiera. No quiero llenar de cualquier manera el vacío de mi soledad. Pretendo que otros calmen mi sed. Llenen todo lo que me falta para estar completo. Compensen la falta de amor.
Lo que no recibo del mundo ni de Dios. Lo que no me han dado. Cargo pesados fardos sobre los que me rodean exigiéndoles más de lo que me pueden dar. Les exijo que me den todo lo que necesito. Todo lo que me falta y que lo hagan siempre. Y en esa búsqueda de un amor infinito vivo frustrado, enfermo, demandante. 
Hay muchos hombres que viven solos porque de tanto exigir se han quedado solos. ¿Qué hay detrás de una soledad no deseada? ¿Incapacidad para entrar en contacto profundo con el otro? ¿Inmadurez en el amor que ha alejado de sí a los que quería tener cerca? ¿Incapacidad para el compromiso al no querer depender de nadie? ¿Un amor herido que no sabe amar sanamente y se da de forma enfermiza? ¿O es una soledad que acepto con paz, como parte de mi camino? Puede haber muchas causas. 
Hoy las redes sociales parecen llenar el vacío del alma. Pero no es así. Hablo con más gente que nunca. Pero no profundizo. Digo tener más amigos. Pero son pocos los de verdad. Y al final me encuentro más solo de lo que nunca he estado. ¿Acaso me ayuda saber lo que los otros hacen en cada momento del día para tener un profundo vínculo de amistad? No, parece que no sirve. Saber lo que otro hace me acerca, pero no me deja cavar en lo hondo del alma. Puede que sepa de su vida, pero no me he sentado a escuchar lo que está viviendo. El drama de la soledad es una epidemia que acaba por llevar a la desesperanza.

1 J. Kentenich, Milwaukee Terziat, N 21 1963
2 H. Nouwen, El Sanador herido
3 J. Kentenich, Milwaukee Terziat, N 21 1963

lunes, 19 de febrero de 2018

Estudioso, pastor presbiteriano y abogado: en una misa «sonaron las campanas y Jesús apareció»

Estudioso, pastor presbiteriano y abogado: en una misa «sonaron las campanas y Jesús apareció»

Dean C. Waldt era un niño estadounidense que vivía en una familia acomodada de New Jersey. Su vida, como él mismo dice, era “regular y constante”, sin altibajos. Cada domingo acompañaba a sus padres y a sus tres hermanos mayores a la Iglesia presbiteriana de su barrio, aunque sin mucha fe. “Los jóvenes de la parroquia nos reuníamos los domingos por la noche. Íbamos en un 20% por los estudios bíblicos, y en un 80% por las chicas”, ha contado Dean a ComingHomeNetwork.

"Sentí la llamada al minsiterio"
Siendo el menor de cuatro hermanos, Dean siempre se sintió a la zaga. “Mis hermanos decidieron hacer la carrera militar. Yo, mientras, seguía en casa pensando qué hacer”, explica Dean. “Finalmente me di cuenta de que lo mío era estudiar”. Durante el último curso de instituto, Dean decidió iniciar la carrera de derecho, pero un año más tarde decidió cambiarse a filosofía y religión. “Durante mi primer año de carrera sentí la llamada al ministerio”, cuenta. “No me lo planteé mucho, simplemente parecía lo correcto”.

Y así, con una fe algo tibia, Dean continuó sus estudios, estudios que se le daban muy bien. “Nada se me resistía: estudios bíblicos, teología, filosofía, historia… Devoraba libros y conseguía las mejores notas. Me gradué con honores y recibí una distinción por ser el mejor de mi promoción. Después fui directamente al seminario de California”.

Allí Dean conoció a la que sería su futura esposa (los pastores presbiterianos no tienen voto de celibato). “Mientras seguía mis estudios en Los Ángeles, trabajé como jefe del grupo joven de una iglesia presbiteriana”, cuenta Dean. “Allí pude proclamar mis primeros sermones”. Gracias a su habilidad con los estudios, Dean obtuvo su título un semestre antes de los previsto y volvió a New Jersey.

Jesús era una figura lejana, un jedi de hace mucho tiempo
Sin embargo, Dean comenzó a sentir que ser pastor no era lo suyo, no sentía a Dios en su corazón. “Me encantaban los estudios y el ambiente académico, pero evangelizar no me gustaba tanto. Para mí Jesús seguía siendo como un jedi espiritual: un tipo inspirador, pero de hace mucho tiempo y de un lugar muy, muy lejano”.

Pese a este sentimiento, Dean comenzó a llevar una pequeña parroquia de barrio, aunque no duró mucho. “Durante el primer año daba los sermones impresionantes e ilusionantes en los que había estado pensando durante la carrera y el seminario, pero el mundo no cambiaba. Pronto empecé a pensar que Dios no me escuchaba”, recuerda Dean.



“Luego vinieron los típicos líos mundanos de la parroquia de quién no habla con quién, o cuándo poner tal reunión, o que tenía que ir a ver a la típica señora hipocondriaca a su casa porque daba mucho dinero a la parroquia”.

Después de tan solo dos años, Dean se hartó, renunció a su ordenación, y abandonó la parroquia.

Para poder ganarse la vida, Dean siguió estudiando en la escuela universitaria de derecho de Villanova. “Mirándolo en retrospectiva, me alegro de haber pasado por allí. Conocí a los católicos por primera vez en mi vida. Algunos eran más practicantes, otros menos... sin embargo me llevé una grata sorpresa. Como protestante yo tenía la idea de que el catolicismo era algo medieval y pasado de moda. Sin embargo, me encontré con gente moderna y normal”, explica Dean.

Una vez que llegas a la cima, no hay nada
A partir de ahí, la vida profesional de Dean comenzó a ser un éxito, pero su vida espiritual decayó. Trabajaba muchas horas al día en un despacho de abogados prestigioso del centro de la ciudad, y como no tenía tiempo, dejó de ir a la iglesia.

"Durante ocho años fui escalando a la cima de mi carrera profesional, de éxito en éxito. Sin embargo, lo que nadie te dice es que cuando llegas a la cima, no hay nada”, cuenta Dean. “No podía más".

"Un sábado ventoso me puse de rodillas en mi sala de estar y recé a Dios: “no puedo escapar de ti”, le dije, “me rindo”.

Volver a la iglesia fue duro para Dean. Le costó un año, pero ya no tenía los sentimientos de rechazo de antes, y se sentía un poco más cerca de esa figura tan lejana que para él era Jesús. “Por aquel entonces mi mujer, Linda, llevaba un pequeño grupo de estudios bíblicos para jóvenes. Había algunos chicos católicos que también venían, y hablé con sus sacerdotes en un par de ocasiones”.

“Me acuerdo que, en nuestras charlas teológicas, yo me sentía cómodo en el terreno de lo intelectual y lo filosófico”, recuerda Dean. “Sin embargo, al saltar al terreno de lo místico me daba cuenta de que ellos parecían saber algo que yo no conocía. No sabía lo que era, me volvía loco”. Dean comenzó a entonces a hacer lo que mejor se le daba: estudiar el catolicismo. Compró varios libros de los Santos Padres, una copia en inglés de la Summa Theologiae de Santo Tomás de Aquino, un Catecismo de la Iglesia Católica e incluso revisó los documentos del Concilio del Vaticano II; todo por intentar conocer aquello que se le escapaba. “Mi mujer me llamaba loco”, comenta Dean. “Era el único de la playa que tenía varios libros, documentos y un par de marcadores fosforitos”.



El valor del ejemplo
De esta forma, Dean llegó a la conclusión de que aquello por lo que “protestaba” Lutero ya no existía. La Iglesia Católica se había reformado hace mucho tiempo y ahora estaba mejor que nunca. “Aun así, no fue hasta que leí las vidas de San Juan Pablo II y Benedicto XVI que me decidí a ir a una misa católica”, explica Dean. “Su ejemplo era directo y apremiante. Eran imagen de Jesús”.

Así, una mañana de domingo, antes de ir a enseñar en la Iglesia Presbiteriana a cien adultos, Dean entró en una misa católica. “Era de los agustinos. Me senté atrás del todo y pensé: “por fin me voy a enterar de qué está ocurriendo aquí”. Oficiaba la misa el padre Michael, que más tarde se convertiría en el director espiritual de Dean. “Primero se leyeron las lecturas, y después el padre Michael dio su homilía. Fue un inesperado banquete teológico”.

Jesús en persona
“A continuación, cantamos todos juntos un himno que reconocí de los evangelios; pero no lo leíamos como una historia, lo cantábamos como si estuviera pasando aquí y ahora”, explica Dean. Pero lo más impresionante aún no había ocurrido, faltaba la Consagración. “De repente el padre Michael habló, las campanas sonaron, y Jesús apareció en persona. Estaba allí de verdad. Es imposible expresarlo con palabras, pero lo sentí con cada fibra de mi ser”.



“Entonces me di cuenta”, reconoce Dean. “Este es el Jesús que había buscado durante toda la vida”. En 2008 Dean abandonó la Iglesia Presbiteriana y entró en la Católica un año después. “Ahora sí que estaba en casa”.

Las reacciones no se hicieron esperar. “A mi familia le pareció bien”, comenta Dean. “Ya tenía algunos familiares católicos. Entre mis parroquianos había diversidad de opiniones: unos me apoyaron e incluso quisieron venir a misa conmigo, otros pensaron que me había vuelto loco, y un grupo pequeño me llamó traidor y chaquetero”.

“Después de toda esta experiencia, rezo mucho por mis antiguos hermanos en la fe”, explica Dean. “Les animo a que, como hice yo, vengan a misa y vean como es. No pasa un día sin que sienta una profunda gratitud por mi conversión”.

Dean ha publicado hace poco un libro llamado "When the Echo Dies / Marriage is unconstitutional: America at Risk" ("Cuando el eco muere / El matrimonio es inconstitucional: América en peligro"), en el que avisa sobre la crisis creada por la corte federal y sus decisiones sobre los matrimonios del mismo sexo.

19 febrero 2018

sábado, 17 de febrero de 2018

¿Qué vieron 16 teólogos en la vida del Hermano Van, que cada uno de ellos le ha consagrado un libro?

¿Qué vieron 16 teólogos en la vida del Hermano Van, que cada uno de ellos le ha consagrado un libro?

Marcelo Van fue un sencillo e ignoto religioso redentorista que murió en 1959 en un campo de concentración de Vietnam del Norte, a consecuencia de las graves enfermedades contraídas en él. Tenía 31 años y llevaba cuatro de internamiento de los quince a los que había sido condenado como parte de la persecución religiosa desatada en la zona comunista del dividido país.

En 1997 su causa de beatificación fue abierta por el cardenal Francisco Javier Nguyen Van Thuan (1928-2002) en la diócesis francesa de Belley-Ars. Allí, con sede en Ars (donde fue párroco San Juan María Vianney), el sacerdote Jean-Christophe Thibaut fundó en 1999, según la espiritualidad del Hermano Van, la Fraternidad de los Misioneros del Amor de Jesús, reconocida en 2001 por la Santa Sede como asociación privada de fieles ad experimentum. Y apoyando su apostolado y la causa de beatificación existe también la asociación Los Amigos de Van, cuya presidenta, Anne de Blaÿ, da cuenta de cómo la devoción a Marcelo Van, que ya ha "explotado" en Francia, lo hará pronto en todo el mundo: "El secretario del Santo Padre siempre nos decía: 'Van es una bomba que aún no ha explotado. Cuando lo haga, empapará tanto a cristianos como a no cristianos'".

En el ámbito hispánico está empezando a llegar esa ola, que da a conocer los detalles de su vida: una sufrida infancia, una asombrosa disposición al sacrificio por Dios, su frustrada vocación sacerdotal, sus amorosos coloquios con Jesús, con la Virgen y con su "alma gemela", Santa Teresita del Niño Jesús... También, las peculiaridades de su filial entrega a María como Madre.

Como prueba de la extraordinaria dimensión de la santidad de Marcelo, los Amigos de Van han publicado en español una extensa colección de libritos (Una misión extraordinaria) en los que diversos especialistas (en su mayoría teólogos, ya sea sacerdotes o laicos) analizan una vida aparentemente nimia en el conjunto de la Iglesia universal (un religioso que muere joven en un país donde los católicos son una minoría aplastada por un brutal régimen comunista) y unos escritos -su autobiografía y sus coloquios con el Cielo- que escribió, sin intención de que fuesen publicados, por obediencia a su director espiritual, el padre Antoine Boucher, quien no dudó en afirmar: "Me enseñó mucho más sobre la vida espiritual de lo que yo pude enseñarle a él”.


La Pequeña historia de Van, escrita por el padre Antonio Boucher, su director espiritual, y prologada por el cardenal François-Xavier Nguyen Van Thuan, primer postulador de su causa, es una breve y completa aproximación a su vida y obra, tan aparentemente pequeña como la de Santa Teresita del Niño Jesús, y tan llamada a conseguir una influencia semejante.

Pero no solo su vida y obra influyeron sobre el padre Boucher. También sobre los autores de esa colección, que en sus textos nos presentan diversos pensamientos de Marcelo Vancomo síntesis de su alma. Estos son algunos ejemplos.

Condicionamientos familiares
1. Georgette Blaquière, teóloga, madre de familia, predicadora de la Renovación Carismática.
Marcelo Van recibió la gracia de "una madre admirable", pero eso no significa que su relación con ella fuese idílica, más bien "íntima y complicada", con momentos de gran dulzura y otros en los que tuvo que ser (o, simplemente, fue) muy dura con él. Cuando se separaron para encaminarse él hacia su formación sacerdotal, sin embargo, salió a flote todo su corazón maternal teñido de una gran rectitud cristiana que calibra la trascendencia de la vocación. Esto es lo que le confesó la señora Van a su hijo cinco años después de ese momento: “Aquel día, ¡qué amargura me torturaba el corazón al pensar en ti, mi hijo más querido! Cuando subí al tren, no pudiendo más, me senté agotada, y recé el rosario. Te lo digo francamente, cada avemaría era una lágrima que caía sobre mi pecho, porque mis manos vacías ya no sentían el contacto de tus pequeños dedos… Me preguntaba por ti, preguntándome si podrías perserverar. Me preguntaba también si una vez que pasara el encanto de los primeros momentos no irías a abandonarlo todo, lo que sería para mí una prueba aún más penosa todavía. Pues al separarme de ti con tanta tristeza y amargura, quería alegrar el corazón de Dios con estos sufrimientos. Así quería obtener para ti la fuerza de perseverar en su servicio hasta el final”

2. Elizabeth Nguyen, hermana del cardenal Nguyen.
El Hermano Van fue el tercero de cinco hermanos. Formaban un humilde y feliz hogar cristiano, hasta que una enfermedad del primogénito le dejó ciego. Eso trastocó de tal forma al padre, que abandonó la vida de piedad, primero, y se entregó después al alcohol y al juego, abandonando el trabajo, endeudándose y arruinando a toda la familia. La hermana del primer postulador de la causa de beatificación del Hermano Van destaca esta carta reconvención y perdón a la vez que escribió en 1948 el veinteañero Marcelo a su padre, tan franca como caritativa: “Oh, papá, son palabras ardientes viniendo de mi corazón. No permita que le sean inútiles. No deje que ninguna consideración le haga abandonar. Puede estar seguro de que nadie siente haber tenido que sufrir por su culpa. Solamente sentimos que haya dejado pasar los días que tenía para llegar a ser mejor, sin haberles prestado la menor atención. Ahora que le queda todavía tiempo, piénselo”.


A la izquierda, con barba, el padre Boucher, director espiritual de Marcelo, quien aparece a la derecha de la foto junto a su hermana.

La infancia espiritual
3. Pierre Descouvemont y Guy Gaucher, especialistas en Santa Teresita del Niño Jesús.
Marcelo Van es un alma gemela de Santa Teresita de Lisieux (1873-1897), ambos exponentes de la doctrina de la infancia espiritual. “Quiero vivir como un niño que aún no sabe hablar, que aún no sabe reflexionar, que solo sabe reír alegremente cuando Dios, en su amor, le prodiga sus caricias”, escribió en una ocasión. Con un correlato: una humildad compatible con la convicción de la dignidad de hijo de Dios: "El hombre humilde no invoca tal o cual motivo para ocultarse. Siempre reconoce su nada. Pero, al mismo tiempo, no duda en admitir que es una criatura salida de las manos de Dios y querida por su Corazón. Reconoce las gracias recibidas de Dios, lo mismo que los talentos que le fueron dados para obrar para la gloria de Dios”.

4. Renée de Tryon-Montalembert, autora especializada en la santidad infantil, colaboradora en el proceso de beatificacion de Anne de Guigné (1911-1922).
La pureza de corazón, buscada ex profeso mediante el voto de virginidad, estuvo presente desde el principio en la intención vocacional de Van: “Reflexiono…, concluyo: si los santos han podido conservar sus corazones perfectamente puros, es sin duda porque hicieron a la Virgen el voto de quedar siempre vírgenes. Lo mismo me pasará si lo hago. Quiero, yo también, guardar la virginidad como los santos, y debo jurar vivir como ellos, a pesar de todas las pruebas y los sufrimientos”. Tras esta reflexión, el joven Marcelo se levantó y corrió hacia la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro: “A continuación, con las manos puestas en el altar y la mirada fija en mi Madre María, dije las siguientes palabras: Madre, como tú, hago voto de guardar la virginidad durante toda mi vida”.

Maternidad de María
5. Eric de Kermadec, profesor de Mariología.
Como parte intrínseca de esa infancia espiritual está una devoción filial a la Virgen María como Madre, expresada en imágenes muy gráficas, como ésta que comparte Jesucristo, en uno de sus coloquios: “Me encanta el nombre de María: es mi madre, y a menudo me dice que, en el Cielo, me hará sentar en sus rodillas para permitirme conversar contigo”.


Los 16 autores citados en este artículo han escrito 21 libritos sobre distintos aspectos de la vida y obra de Marcelo Van, formando la colección Misión Extraordinaria. Por el momento, su distribución se realiza exclusivamente a través de la librería Ocio Hispano.

6. Antoine Birot, profesor de Moral y de Dogmática, traductor de Hans Urs von Balthasar.
Van vivió una durísima noche oscura ("tristeza, asco, amargura, desolación") entre enero y marzo de 1946. ¿A quién acudir? A quien acudiría cualquier niño. Sin embargo, también la madre parecía callada: "Madre, ¿dónde estás?... No contestas…  ¡Oh Madre, Madre! ¡Madre! ¡Madre! ¡Madre! ¡Madre!... ¡Oh, María, sostenme, no vaya a ser que sucumba bajo el sufrimiento!” El dolor arrecia: "Quizá ya no hay esperanza de volver a ver el día prometido por Jesús”... “Solo las almas que han sufrido esta experiencia son capaces de entenderlo”. Así pues, lo confía todo a María: “Oh, Madre, pase lo que pase, quiero seguir amando a Jesús, y si mi amor por Él es demasiado pequeño, ¿querrás amarlo por mí?”… Que María “se ocupe de todo en el lugar de su niño”.

Su misión: el sufrimiento
7. Joseph Lê Phung y Dominique Joly, redentoristas. El primero convivió con Van y compartió con él todo el recorrido vocacional: postulantado noviciado, primeros votos y votos perpetuos.
La vida de Marcelo Van no se comprende sin el dolor, porque fue una constante para él, con dos momentos especialmente dramáticos. Uno, la humillación que pasó siendo muy niño a manos de un catequista que, envidioso de su santidad y abusando de su poder, le obligaba a recibir tres varazos si quería comulgar. Otro, el anuncio por Santa Teresita del Niño Jesús de que Dios no le quería sacerdote (su ilusión desde niño), sino solo hermano lego: “Se me escapaba el sentido misterioso del sufrimiento”, escribe Van. Pero en la Misa de Gallo de 1940 llegó la respuesta: "Encontré en aquel momento el tesoro más valioso de mi vida… En un instante, mi alma se halló transformada. Ya no tenía miedo al sufrimiento. Dios me confiaba una misión: la de cambiar el sufrimiento en felicidad. Yo no tenía que suprimirlo, sino cambiarlo en felicidad”. Fue, dicen Lê Phung y Joly, "el gran momento de su vida: la revelación de su misión en la tierra”.


El Hermano Marcelo, junto al padre Boucher y otro compañero de la orden fundada por San Alfonso María de Ligorio.

8. Jean-Christophe Thibaut, sacerdote, psicólogo y profesor de Historia de las Religiones.
Pero, aunque Dios no le quería sacerdote, sí quería en él un alma sacerdotal, y el sacerdocio se convirtió indirectamente en la razón de su vida. Así se lo reveló Jesús: “Te pido todos estos sufrimientos en la única intención de asociarte a mí en la obra de santificación de los sacerdotes para que, conformes a su vocación, trabajen con ardor el reino del Amor en el corazón de los hombres”.  Y, cuando Van aceptó: “Lo que me has dado es mío. Lo utilizaré para darlo a los sacerdotes”.

9. Jules Mimeault, profesor de Teología Moral Fundamental en la Academia Alfonsiana de Roma.
El dolor de Van tenía un sentido ulterior, también revelado por Nuestro Señor al Padre Pío: las almas tienen un precio. Así le dijo Nuestro Señor al Hermano Marcelo en uno de sus coloquios: “Pequeñísima esposa de mi amor, ¿quieres conducir a mi amor un gran número de almas. No te olvides de que será a costa de grandes sufrimientos. Te elegí para ser la madre de las almas; ahora bien… es a fuerza de sufrimientos que la madre consigue hacer de sus hijos personas de valor”.

El aborrecimiento del mundo
10. Louis Menvielle, miembro de la Congregación del Clero, vicepostulador de la causa de canonización del carmelita Eugenio María del Niño Jesús.
Además de anunciarle que no sería sacerdote, la carmelita de Lisieux le preparó también para el desprecio con el que el mundo castiga a quienes se apartan de verdad de él. Será una prueba: "La prueba que precederá a tu ruptura con el mundo para entrar en religión como lo deseas. La adversidad te espera… Llorarás, perderás la alegría y tendrás la impresión de ser un hombre desesperado. Te abandonarán, se burlarán de ti como si fueses un loco, te echarán y te cubrirán de vergüenza. Pero recuerda que es así como el mundo trató a Jesús y que, si quieres ser redentorista, tendrás que aceptar también ser maltratado como Jesús Redentor”.

11. Grégoire Corneloup, sacerdote, responsable de la Ciudad Marcelo Van.
Marcelo Van no fue un mártir, pues el odio a la fe que inspiró su detención y cautividad no fue lo que le mató directamente, sino la enfermedad. Sin embargo, aceptó la posibilidad del martirio, incluso deseándola, cuando acudió voluntariamente desde el Sur libre a Hanoi, ya en poder del Vietcong, para asistir y ayudar a los católicos que no habían podido escapar. Quiso ir allí, en sus propias palabras, para que en aquella ciudad que se enfrentaba a una larga pesadilla hubiese "alguien que ame a Dios en medio de los comunistas”. Formaba parte de un propósito general en su vida: “Oh, Madre, me esconderé con el pequeño Jesús en todas las almas que están aquí en la tierra para amarte en cada una de ellas. Me hallaré incluso en las almas que no te aman, para que allí también seas amada”.



12. Olivier de Roulhac, actual postulador de la causa del Hermano Van, benedictino, abad en la abadía de Saint Wandrille.
El actual impulsor de la beatificación de Marcelo destaca una frase tremenda que le dijo Jesús en uno de sus coloquios. Tremenda en si misma, pero tremenda también si pensamos en el camino que han tomado las cosas desde entonces: “Estas almas de niños me pertenecen enteramente, y sin embargo el mundo me las roba para entregarlas al demonio… Ante mis ojos los niños son para mí un descanso, el único descanso capaz de consolarme y de llevarme así a acoger con gusto el mundo en mis brazos. Sin embargo, el mundo quiere inocular en el corazón de los niños el veneno del pecado”… “¿Lo has entendido bien, Marcelo? Hay que arrancar a los niños de las tinieblas del mundo… ¡Oh, desdichado mundo! Si no tuvieses a los niños para dar asilo a la ternura del Corazón de Dios serías destruido bajo el peso de la justicia divina”.

La unión esponsal con Cristo
13. Francis Frost, profesor de Teología.
Numerosos coloquios entre Jesús y Marcelo abordan la figura bíblica del amor entre esposos como referencia para expresar el amor entre Dios y el alma, o entre Cristo y la Iglesia. Una en especial, que le dice Van a Jesús, viene al caso no solo para describir esa intimidad mística, sino que sirve para definir también el amor terrenal entre hombre y mujer como amigos eternos: “Si los esposos de la tierra se llamaran amigos perecederos, encontrarían esto más agradable de oír, y entonces, pequeño Jesús, las palabras 'esposo' y 'esposa' se reservarían solo para ti y para mí, y para aquellas almas que te ofrecieran su amor para ser unidos a tu Amor. Solo nosotros podemos llamarnos verdaderamente Esposo y esposa (amigos para cien años), porque ya no somos más que uno, juntos en solo amor infinito. Nos podemos llamar el uno al otro 'amigos eternos'. Esto es, por cierto, el sentido exacto de la palabra esposa. Es mejor, pues, seguir usándola”.

14. Louis Pelletier, ex miembro de la comunidad del Emmanuel, capellán de hospital.
¿Cómo serían los coloquios largos y confiados del Hermano Van con Jesús, María y Santa Teresita? En muy pocas frases el joven religioso redentorista supo sintetizarlo: solo mirar y, más importante aún, dejarse mirar. Así se lo dijo Nuestro Señor: “Ahora, Marcelo, voy a enseñarte sencillamente a mirarme, para que en los momentos en los que no te hablo, te contentes sencillamente con mirarme. Voy a acostumbrarte a este método para que puedas ponerlo fácilmente en práctica en el futuro”… “Nunca he visto un alma tan débil como la tuya. Sin embargo, Marcelo, no debes desanimarte. No importa que seas débil. Tras haber puesto todo en mis manos, ¿por qué ibas a tener miedo de tu debilidad? Lo único que tienes que hacer es amarme. De todo lo demás me encargo yo”.

16 febrero 2018