viernes, 8 de junio de 2018

¿Puede un laico dar órdenes a un demonio para que se vaya? Parece que sí, excepto en posesiones...

¿Puede un laico dar órdenes a un demonio para que se vaya? Parece que sí, excepto en posesiones...

En los entornos católicos interesados en el ministerio de liberación, es decir, el servicio a las personas que sufren por la acción opresiva específica de lo demoníaco, se está dando un debate acerca de si los laicos pueden dirigirse directamente a los espíritus malignos y expulsarlos con una sencilla orden: “espíritu maligno, en el nombre de Jesús, yo te ordeno que te vayas y dejes en paz a este hijo de Dios”.

O bien, incluso especificando el efecto concreto que causaría el espíritu (y que lo delata):  “espíritu de tristeza (o lujuria, o vanidad), en el nombre de Jesús, yo te ordeno que te vayas de Fulanito”.
 
Cien personas entrenadas en Madrid
El pasado 26 de mayo, el sacerdote  Mathias Thelen, párroco de Saint Patrick en Brighton, de la diócesis de Lansing (EEUU) y su equipo de Encounter Ministries (encounterministries.us) celebró una oración de sanación, no litúrgica, en Madrid, en la escuela de la Plaza Madre Molas, con unos 800 participantes. (ReL lo anunció aquí).

Más de 30 personas dijeron entonces, durante esas oraciones, notar como se curaban al instante de distintas dolencias: movían cuellos, brazos o articulaciones que llevaban años sin poder usar o llenos de dolor, o se quitaban los audífonos y oían bien... En esa oración el padre Mathias guiaba a todos los asistentes para orar dando órdenes a la enfermedad: “a ti te hablo, pierna, a vosotros os hablo, huesos, cartílagos, nervios, tendones, sanaos en el nombre de Jesús”.  
 
Ese mismo día por la mañana, el padre Mathias y su equipo habían tenido una sesión deformación y entrenamiento en este tipo de oraciones con unos 100 católicos invitados, discernidos por su madurez y compromiso en la fe.

Allí les explicaron, además, que a menudo hay dolencias con un “origen espiritual” y que hay que expulsar al espíritu causante, algo que puede probar cualquier bautizado en nombre de Jesús, con un mandato breve y directo: “espíritu de sordera/depresión/insomnio, etc..., vete en nombre de Jesús”.


Laicos rezan por el padre Mathias Thelen, pidiendo el poder del Espíritu Santo para él, en un encuentro de 2017 

¿Hablar a espíritus, aunque sea decirles "vete"?
Sin embargo, hay católicos interesados en estos temas que consideran que un laico no debe dirigirse a los demonios nunca, ni siquiera para ordenarles que se vayan, y que el laico debe limitarse a hablar solo con Dios, los ángeles y los santos, pidiéndoles su acción benéfica.  
 
En 1985, el entonces cardenal Joseph Ratzinger, firmó la instrucción Inde Ab Aliquot Annis (“Sobre las normas actuales que rigen los exorcismos”). Los exorcismos propiamente dichos, y los casos de posesión propiamente dichos, quedan reservados para los sacerdotes exorcistas debidamente encargados por sus obispos.
 
Pero hay otros casos de actividad demoníaca (como la opresión y la infestación) que no son posesión ni requieren exorcismos. En su tercer párrafo la instrucción pide “para los casos en que la verdadera posesión diabólica está excluida y la influencia diabólica aún parece mostrarse de alguna forma” evitar las oraciones “que dignifican a los demonios al preguntarles directamente y tratando de conocer su identidad”.  El texto en latín pone “quarum decursu daemones directe interpellantur et eorum identitas cognoscere studetur".  (Aquí, en inglés).


El cardenal Ratzinger dejó en 1985 unas instrucciones sobre los exorcismos,  “Inde Ab Aliquot Annis”, que prohíben hacer preguntas a los demonios 

Los que defienden que los laicos pueden expulsar demonios dándoles órdenes para que se vayan dicen que la norma de 1985 lo que prohíbe es preguntar cosas a los demonios y tratar de conocer su nombre u otras cosas.
 
El padre Amorth hablaba de "no dirigirse nunca a ellos"
Parece probable que la idea de que los laicos no deberían ni siquiera dirigirse a los demonios con órdenes de expulsión viene de la popularización de libros del difunto exorcista de Roma, el padre Gabriel Amorth.
 
En su primer gran éxito editorial, "Un exorcista cuenta su historia", Amorth escribe, comentando esta carta de 1985, "esta carta avisa contra cualquier trato directo con demonios y afirma que su nombre no debe preguntarse por aquellos que no tienen facultades específicas para ello".
 
En un libro posterior (en Estados Unidos se tituló An Exorcist: More Stories) Amorth escribió: "debemos evitar dirigirnos al demonio directamente y para averiguar su nombre y, yo añado, para cualquier otra cosa.  Dejando de lado otras consideraciones, un diálogo directo con el demonio puede ser peligroso para cualquiera que ose iniciarlo sin la debida autorización de la Iglesia y, por lo tanto, sin su protección".
 
Es probable, por lo tanto, que de estos libros del padre Amorth, muy leídos, salga la convicción de que el laico no debe dirigirse al espíritu maligno para nada, aunque el documento de 1985 parece prohibir diálogos, interrogatorios, preguntas... pero no órdenes de expulsión.
 
La experiencia de 20 años con laicos
El pasado 18 de mayo, Neal Lozano, un laico que dirige el ministerio católico Unbound (www.heartofthefather.com), que lleva 20 años con este tipo de oraciones de mandato a cargo de laicos, y las ha probado con grupos en 20 países, publicó un documento de 10 páginas defendiendo su uso y argumentando su base teológica (aquí en PDF en inglés).


Neal Lozano es uno de los mayores promotores de la "palabra de mando" para expulsar espíritus en entornos católicos para laicos

“El hecho de que los laicos puedan ordenar a los demonios que se vayan no significa que todos los laicos puedan practicar la liberación como un ministerio, no más que el hecho de que los laicos puedan enseñar no significa que todos los laicos deban enseñar. No todos tienen los dones necesarios, las habilidades, entrenamiento o madurez. Las preocupaciones pastorales que salen en varios sitios son válidas y deben tratarse con teología firme y guía que ayude”, escribe Neal Lozano. 

Lozano también niega -en virtud a su experiencia de dos décadas- que los laicos que se dediquen a esto, si cumplen las protecciones normales, vayan a sufrir más acoso de demonios de lo que sufre cualquier católico comprometido que se dedique a evangelizar.

En cualquier caso, un obispo tiene autoridad para limitar, regular o supervisar cualquiera de estas prácticas en los límites de su diócesis.
 
En ReligionEnLibertad hemos querido consultar sobre el tema al sacerdote Gareth Leyshon (www.drgareth.info), un estudioso especializado en temas de Nueva Era y superstición (además de doctor en Astrofísica, párroco en Cardiff y capellán en los hospitales públicos de la ciudad y un par de colegios).  Mantiene un contacto fluido con la Renovación Carismática en el Reino Unido. Él ha respondido amablemente a ReL con un escrito que traducimos a continuación.

 
***
 
Laicos que expulsan demonios con órdenes: ¿puede hacerse?
Dr. Gareth Leyshon, director de Educación Religiosa para Adultos, Arquidiócesis de Cardiff (2018)
 
En algunos encuentros de oración carismática y en servicios de sanación, miembros del laicado pronuncian palabras de mando [órdenes, words of command] requiriendo marchar a los espíritus malignos que se suponen presentes.
 
¿Es esta una forma legítima de ministerio? ¿Funciona? ¿Es superstición? ¿Lo ha prohibido la Iglesia Católica?  
 
¿Pueden los laicos expulsar espíritus malignos, en principio?
 En los días anteriores a las reformas del Concilio Vaticano II, todos los candidatos al sacerdocio tenían que pasar a través del rango (“ministerio”) de exorcista antes de ser ordenados diáconos y después sacerdotes. Esto se refería a las oraciones de exorcismo que se realizan cuando se bautiza a un bebé, pero tiene sus raíces en los primeros siglos de la Iglesia cristiana cuando había “ministros” del exorcismo que no eran sacerdotes o diáconos. En su tradición, la Iglesia reconoce, por lo tanto, que los laicos pueden ser/estar autorizados [be authorised] para expulsar espíritus malignos.
 
Cuando en 1972 el Papa Pablo VI emitió un documento (Ministeria Quaedam) que cambió los rangos, incluyendo el de exorcista, que preparaban para el sacerdocio, animó a los obispos de distintos países (mediante decisiones colectivas de sus conferencias episcopales) a considerar si la Iglesia en su nación necesitaba estos otros ministerios –incluyendo explícitamente a los exorcistas- e indicó que Roma respondería positivamente a las peticiones de reestablecerlos localmente, como “ministerios laicos”.
 
En Lucas 10, Jesús envía a “otros setenta y dos” que vuelven gozosos porque los espíritus malignos se les someten
Ahora bien, antes de la Última Cena, no tiene sentido hablar de “sacerdotes” o “laicos” en el sentido que usamos hoy esas palabras en la Iglesia Católica hoy, así que no podemos decir que esos setenta y dos eran “laicos” mientras que los 12 apóstoles eran “obispos”; pero en cierto sentido, que Jesús escogiera a los setenta y dos fue un signo de la autoridad que da a las personas “que-no-son-los-apóstoles”.
 
Cualquier cristiano bautizado, en virtud de su bautismo, tiene la autoridad espiritual para hablar con palabras de mando [“word of command”, mandatos, órdenes], ya sea para ordenar a una parte del cuerpo que se cure o para ordenar que se vaya a un espíritu maligno que se cree que está presente.
 
Si estas órdenes dan fruto o no depende de la profundidad de la fe de la persona que da la orden y del grado de don (carisma) que ha recibido. Esto último es un regalo soberano de Dios, así que fracasar en dar fruto en el “ministerio de dar órdenes” no es una prueba de “falta de fe”.
 
¡Un tema completamente distinto es plantear si es prudente que una persona sin entrenar busque dar órdenes a espíritus malignos!
 
¿La Iglesia Católica ha prohibido a los laicos expulsar espíritus malignos?
¿El Magisterio de la Iglesia Católica ha prohibido formalmente a los laicos –y de hecho a los clérigos sin mandato de ser exorcistas- que den órdenes a los espíritus malignos para que se vayan?
 
Claramente, sí ha prohibido esto cuando se atiende [ministering] a personas que muestran señales de posesión.
 
Neal Lozano (en Unbound) [subtitulada: Guía Práctica para la Liberación, nota de ReL] recomienda que si se atiende a alguien con signos de posesión (por ejemplo, voces extrañas, conocimiento profético o fuerza extraordinaria) los ministros laicos no deberían rezar oraciones de atadura ni intentar expulsar a los demonios. Deberían, más bien, seguir hablando al alma humana que se atiende, afirmando el amor de Jesús, animando a esa alma a “tomar control de tu cuerpo y mente en el nombre de Jesús. Abre tus ojos”.
 
Ningún documento vaticano emitido en los últimos 100 años plantea explícitamente el tema de si los laicos pueden usar “palabras de mando” al abordar las formas menores de aflicción demoníaca conocidas como “obsesión” y “opresión”.
 
Hay un principio en el Derecho Canónico que dice que cuando la ley no prohíbe explícitamente algo, puede considerarse permitido.
 
La Congregación para la Doctrina de la Fe sí ha prohibido explícitamente que cualquiera que no sea un exorcista con mandato [del obispo] haga preguntas a espíritus malignos (en Inde ab Aliquot, 1985) pero ese es un asunto distinto.  
 
¿Realmente hay un espíritu presente?
 ¿Cómo podemos saber qué espíritus están presentes y necesitamos ordenarles que se vayan?
 
Si un individuo concreto tiene el carisma de “discernimiento de espíritus” y recibe un conocimiento que viene de Dios acerca de qué espíritus están presentes, eso será muy útil.
 
Si no, se puede intentar una aproximación experimental. Por ejemplo, si la persona ha tenido problemas con pensamientos lujuriosos, el experimento de “yo te ordeno marchar, espíritu de lujuria” puede o no resultar en una disminución de la tentación. Si se comprueba que da fruto, entonces es probable que un espíritu de lujuria haya sido eficazmente expulsado.
 
¿Es un pecado de superstición ordenar a un espíritu que se marche, en ausencia de un don claro de discernimiento de espíritus? No, si el mandato se ofrece con humildad, con la idea de que “yo no sé si un espíritu de lujuria está presente así que hago este intento para ver si tiene un efecto positivo”. Sí sería un pecado de superstición saltar a la conclusión “has dicho que tenías pensamientos de lujuria así que debes estar infestado por un espíritu de lujuria”.
 
Se ha planteado la pregunta de si podrían existir “objetos espirituales” que no son demonios o ángeles inteligentes. No hay evidencia en la Biblia de que existan tales entidades, y en este contexto estamos considerando objetos espirituales que pueden responder a una palabra de mando. A menos que queramos proponer la existencia de un equivalente espiritual al asistente de voz del smartphone, empezaría a parecer exagerado. Probablemente, está en la naturaleza del “mundo espiritual” que la única clase de cosas que existan entre nosotros y Dios sea algún tipo de naturaleza inteligente.
 
¿Deberíamos practicar la liberación?
Quedan dos preguntas: ¿es sabio dar órdenes a los espíritus malignos para que se vayan? Y ¿es necesario?
 
Este tipo de ministerio requiere a una persona que viva una vida de gracia, que esté cerca de los sacramentos, y con un conocimiento de higiene espiritual básica. Cualquiera que expulse espíritus malignos sería necio si les ofreciera un blanco claro.
 
 ¿Es, sin embargo, necesario?
 
Hay otras formas de oración. “Amado Señor Jesús, por favor, rechaza y expulsa cualquier espíritu de lujuria que esté en mí”. Hay quienes, como Neal Lozano, recomiendan que la persona afectada rece las palabras de liberación para expulsar lo que tiene [nota de ReL: aquí no se refiere a las palabras del ritual oficial de exorcismo] en vez de que sean ministros que buscan expulsar espíritus de una tercera persona.
 
Al final, esta pregunta solo pueden resolverla los que se dedican a ello [practitioners]. Yo escribo como estudioso y no practico regularmente el ministerio de liberación. No estoy en posición de saber si la forma de oración indirecta se ha puesto a prueba y ha demostrado ser más o menos eficaz.
 
La prudencia pastoral recomendaría evitar la forma directa, teniendo en cuenta queincluso para los exorcistas se supone que recurren a la oración de mando después de mucho uso de  fórmulas indirectas. Pero sin estudios de casos comparativos es imposible saberlo.

jueves, 7 de junio de 2018

Padre Opeka,“albañil de Dios”: Transformó un basurero en una ciudad de esperanza. El testimonio del misionero, candidato al Nobel por la paz, considerado la versión masculina de Madre Teresa de Calcuta

POPE FRANCIS FATHER TOMAŽ MAVRIČ CM AND FATHER PEDRO PABLO OPEKA CM

“Es una falta de respeto ver a los pobres haciendo fila”, dijo con énfasis el padre Pedro Opeka en entrevista exclusiva tras el encuentro que tuvo lugar en el Vaticano con su amigo, el Papa Francisco.
Opeka, 70 años, es ‘el albañil de Dios’. Argentino, hijo de migrantes eslovenos, aprendió el oficio con su papá quien se ganaba el pan trabajando en la obra, construyendo casas. Ahora, lo hace para los pobres y con los pobres. “Cuando nos abrimos a la gracia de Dios, lo imposible se hace realidad”, parafraseando a papa Francisco (27.04.2018). 
Padre Pedro Opeka lleva 48 años en Madagascar, 43 años de sacerdocio en la comunidad de San Vicente de Paúl (1581-1660), el santo de la caridad. “Nuestro principal fin es evangelizar y ayudar a los pobres”. Incluso en varias ocasiones ha sido nominado al Premio Nobel de la Paz. 
OPEKA
Friends of Father Pedro Charity-cc
Los dribling del Padre Opeka a la pobreza
“Yo quise ir a Madagascar antes de ser notable, antes de ser sacerdote. Pedí permiso: ‘Yo soy hijo de un obrero albañil, constructor. Yo quiero trabajar con mis manos. Yo quiero llegar al país antes de ser un notable’. Porque cuando uno llega a un país como sacerdote o cura, te ponen en un altar y te dicen: ‘Usted está aquí, nosotros acá’. No, no, yo vine como joven. Y los primeros amigos que me hice fueron por medio del deporte, el fútbol. Y sigo haciéndolo”, explica a Aleteia.
La evangelización del padre Opeka se mueve como un balón en la cancha de la vida. Sus dribling a la pobreza suscitan pasiones encontradas entre sus adversarios que igual lo respetan. De su parte tiene el equipo de la gente humilde, todos listos a dar la vida por él y proteger al ’10 de Dios’ en su juego organizado para construir comunidad. 
Aun a su edad sigue disfrutando del futbol: “Yo tiré varios tiros libres, unos diez e hice 5 goles, de derecha e izquierda al ángulo, 45 metros. Los chicos gritaban de alegría: Gol!!! Y yo levantaba las manos al cielo y decía dentro de mí: ‘Señor, gracias, gracias por haberme dado esta oportunidad, esta fuerza, de qué a mis años pueda dar un ‘chutazo’  (golpe certero a la pelota) para dar alegría. Gracias, Señor!!!”. 
STANE KERIN | DRUŽINA
Un llamado a Messi y a los ‘hermanos’ más afortunados…
Y si hablamos con él de fútbol un nombre es obligado: Lionel Messi. Padre Opeka nos dice que el verdadero “10” es Messi y que tuvo la oportunidad de conocerle hace dos años en Barcelona, España. ¿Messi le ayuda con su obra? – “No, no, pero espero que un día el Espíritu Santo le toque el corazón” – ¿Le hacemos un llamado?  “¡Y por qué no!- Pienso que él no sabe lo que hacemos. Hay mucha gente que no sabe lo que hacemos. 
Porque no es costumbre que un misionero, construya una ciudad, que haga calles, electrificación, acueducto, que plante arboles (10.000 por año). Tenemos cuatro cementerios. ¿Cuando una ONG tiene cementerios?”. En treinta años trabajando ‘codo a codo’ con los pobres de la calle asegura haber enterrado “a más de 4.000 hermanos y hermanas y niños”. “Esa gente, esos hermanos muertos, son los que me defienden, son mis guardaespaldas”, asegura. 
FATHER PEDRO PABLO OPEKA
Photo Courtesy Of © Congregazione Della Missione - Curia Generalizia
¿Donde está la fuerza de Dios en las obras? 
“La fuerza de Dios se manifiesta en los gestos simples, humildes, que provienen del pueblo y de la vida de todos los días. Por eso, siempre nosotros vamos a tener dificultad a que nos ayuden. Nacimos de una rebelión interior, porque no aceptamos la miseria, la pobreza extrema de nuestros hermanos, en la calle, en un basurero. 
Cuando nosotros nos comprometimos con los más pobres y los hemos escuchado, les hemos responsabilizado, hemos trabajado juntos, en medio de ellos, pues ha sido una manera de trabajar que tiene mucho impacto en los pobres. Pero, quizás menos entre los ricos. Porque nosotros supimos encontrar un camino nuevo, fuera de los expertos que saben de todo. 
Expertos que le predicen el fin de la miseria y de la pobreza que solo aumenta, con todas las previsiones, las ideologías y las promesas hechas al pueblo. 
Es una obra de la providencia de Dios. Porque nace en el corazón del pobre. Porque nace en la humildad. Porque nace en medio de los que sufren.  Y que es un compromiso continuo. No es un compromiso de vez en cuando. No es un compromiso una vez por mes, una vez por semana, sino que es todo el día y todos los días. 
OPEKA
Friends of Father Pedro Charity-cc
¿En qué consiste ese compromiso en términos prácticos?
En 29 años, hemos socorrido, ayudado, a más de medio millón de personas. Hoy en día, tenemos 25.000 personas que dependen directamente de este movimiento de solidaridad. Yo digo movimiento, no digo una asociación, un movimiento de solidaridad. Y que 30.000 personas pasan cada año para pedir una ayuda puntual. Así que estamos ayudando entre 55.000 a 60.000  personas por año. 
Para ayudar tantas miles de personas, hay que tener medios. Por eso, tengo que salir al menos tres meses al año a hacer una gira para testimoniar, despertar en los hermanos que tienen conciencia, fe, humanidad de que hay que ayudar y compartir con los más pobres. 
Eso quiere decir que tenemos una responsabilidad enorme con 14.000 niños y jóvenes que estudian en nuestras escuelas, tenemos 3000 padres y madres de familia trabajando, construyendo nuestra propia ciudad. Porque hemos construido una ciudad. Cuando hablo de 25.000 personas, ya no es un pueblito es una ciudad. 
Y cuando usted comienza a construir una ciudad no se acaba más. Esa ciudad sigue creciendo, crece y crece, como cualquier otra ciudad del mundo. Por eso, hay que seguir buscando, comprometiéndose, creyendo en que más allá de una victoria ganada a la pobreza, hay que seguir luchando continuamente. Porque el hombre tiende a caer fácilmente en el ocio, en la pereza, en el egoísmo, el individualismo. Ese vicio lo persigue continuamente. 
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San Vicente de Paúl (1581-1660) decía que el problema de la caridad es que está mal organizada…¿Usted cómo vive esta máxima que ha sido el llamado a la Congregación de la Misión…?
Pienso que tenía muchísima razón. Es decir, que la justicia está mal organizada también. La organización forma parte de la solución de la pobreza, cómo se responsabiliza a la gente, qué errores tienen los pobres, qué responsabilidades tienen de frente a sus hijos y a sus familias, los retos y los desafíos de la vida y del progreso. 
Ahora, la organización, seguro que es muy importante. Porque organizarse es respetar asimismo a la gente. Cuándo yo veo colas de gente que está esperando. Me pregunto: ¿Qué pasa ahí? 
– Ahí, hay una mala organización -. ¿A quien le gusta hacer colas?  ¿A quien le gusta perder tiempo, estar parado para no hacer nada, solamente esperando para que le toque el turno y que puede estar esperando horas. 
Y eso, me parece una falta de respeto de la persona que ha hecho hacer esa cola y que él no es sensible a de que centenares de personas, quizás muchas veces personas de edad, tengan que estar de pie, en el sol, afuera. Entonces, eso es una insensibilidad humana muy fuerte. ¡No hay respeto, no hay respeto! 
Si fuéramos más sensibles al respeto del otro. La regla de oro es: ‘No le hagas al hermano lo que tú no quieres que te hagan a ti’. Yo no quiero que me hagan esperar dos o tres horas en una cola. Yo no lo haré tampoco a otra persona para que espere dos o tres horas allí. 
Yo haré de manera de que se le reciba lo más pronto posible y de la manera más respetuosa posible. Si Dios nos dio la razón, la imaginación, nos dio todo para poder resolver esto. Y eso es organización. 
© Rijasolo
Le père Pedro Opeka
 Madre Teresa de Calcuta decía que las riquezas, tanto las materiales como las espirituales, pueden ahogarnos si no las usamos bien. Porque ni siquiera Dios puede poner algo en un corazón que ya está lleno. ¿Que opinión le merece esto? 
¡Seguro que sí! Cuando nosotros queremos asegurarnos el futuro de una manera casi escandalosa es que estamos fuera de todo circuito humano.  Nos estamos separando del resto de la humanidad. Hoy en día, de 7 billones de personas, hay 2 billones que viven fuera de la humanidad, no hacen parte. 
En todo caso, son personas que no pueden gozar de los avances, de los progresos que la humanidad hizo en su historia. Y lo que más duele es como uno se acostumbra a eso. Tanto que dice: ¡Pero es normal! Qué nosotros seamos ricos, más respetados porque tenemos más cultura, más estudios, es normal que se interesen más en nosotros que tenemos más medios y que los demás que sobrevivan. 
Lo que me escandaliza es esa insensibilidad de los dirigentes, que no saben estrechar lazos, que nos saben disminuir las diferencias, cuando no saben de vivir o de sobrevivir, allí un elegido es su deber de hablar, de defender la justicia de todos los hermanos y no lo hace. Y entramos en una hipocresía nacional e internacional donde nos acomodamos y nos alabamos unos a otros.
FATHER PEDRO PABLO OPEKA
Photo Courtesy Of © Congregazione Della Missione - Curia Generalizia
¿Cuál es esa hipocresía? 
La gran hipocresía entre los políticos y los que votan es que se mienten; se alaban sin razón.  Justo para hacerle creer que los respetan. Estamos fallando en lo esencial, nos falta el sentido de la verdad y de la autenticidad. Nos falta el coraje de vivir la verdad todos los días y vivimos engañándonos. 
En una época de posverdad, desinformación y de falsas noticias, cada vez más la política está dividida en extremos (derechas y izquierdas). El Salmo 85 nos dice: ‘La misericordia y la verdad se encontraron; La justicia y la paz se besaron’. Pero, entonces vemos que en las ideologías no coexiste alguna fuerza real hacia el bien común y la subsidiaridad. ¿Concuerda? 
Las ideologías van en contra del espíritu porque ellos quieren basarse en lo concreto, en lo material, en lo que se ve, en lo que se puede tocar, en lo que se puede poseer, en lo que se puede monopolizar, manipular. Y el espíritu es, todo lo contrario. El espíritu es la búsqueda de algo que se nos escapa continuamente, tenemos que estar continuamente buscando la verdad, buscándolo a Dios, buscando esa justicia y esa paz. 
Ellos prometen falsas soluciones y esas soluciones ideológicas en un primer momento parecería que inflaman a las multitudes, pero luego se vacían rápidamente y vuelven en nuevas dificultades, nuevos conflictos y nuevas guerras. 
FATHER PEDRO PABLO OPEKA
Photo Courtesy Of © Congregazione Della Missione - Curia Generalizia
¿Parecería que la verdad fuera una ilusión? 
La verdad es tan simple y la complicamos tanto. Hay hermanos que quieren complicar la verdad y que gozan complicando la verdad para decir que no son como los demás. Somos todos iguales, somos todos hermanos, cuando podamos decir algo, vivir algo, crear algo a partir de esa fuerza de la virtud, de la fe, de la esperanza y del amor, que no nos pertenece. 
Somos todos instrumentos por los cuales Dios obra. El Creador obra entre nosotros. ¡Qué lastima que estamos continuamente hechando al Creador, botándolo fuera, dandole cada vez menos lugar en nuestras vidas, en nuestro progreso! Como si el instrumento dijera: ‘Yo me valgo por mí mismo, yo me hice yo mismo’. No, el instrumento alguien lo hizo. Alguien le ha dado los medios, como un robot, alguien le inculcó unos proyectos y él trabaja de acuerdo a lo proyectado y ahí se termina”. 
OPEKA
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El arzobispo brasileño, Hélder Câmara, decía: “Si yo doy de comer a los pobres, me llaman santo; Pero si pregunto por qué los pobres no tienen qué comer, me llaman comunista”. 
¡Totalmente justo! El sistema quiere que usted no contradiga; no quiere que le ponga la arena. Porque va a comenzar a fallar toda la maquina y comienza a entrar en problemas y contradicciones. Entonces, el sistema quiere que no haya ninguna contestación. 
El sistema quiere que todo sea limpio y que se siga de una manera ciega, que no se pregunte hacia dónde vamos: ‘¡No es su problema, ya otros piensan en su lugar¡’. Eso es renunciar a la libertad humana que es lo más grande que Dios nos dio. Y luego, el amor que Dios nos dio y la voluntad para poder elegir el bien y hacer el bien a nuestros hermanos. Hoy se elige la guerra, robar; se prefiere engañar, mentir que decir la verdad. 
Toda esa astucia. Ahora, cuando se dice: ‘Este hombre hace política’, quiere decir, que ya no es un hombre sincero, ya está manipulando a la gente, al pueblo. Lo más triste es que el pueblo se deja manipular y cree en esa gente que les está mintiendo que los utiliza como el jabón, como escaleras para subir. Para después patearlos, echarlos. 
El hombre también es fatalista y no quiere la responsabilidad, quiere que le den seguridad, seguridad. Pero, la seguridad, por la seguridad, eso encierra. Porque la vida se va a vivir y no se sabe qué y cómo va a hacer. Pero, teniendo la fe, teniendo la esperanza, el amor, teniendo esas virtudes, uno va con confianza hacia el futuro. Sabe que estas manos también piensan así y vamos adelante avanzando. 
Desgraciadamente el poder del dinero y el poder de la gloria, el poder de la autoridad está ocupando en muchos países del mundo, un lugar que no lo merece y que está manteniendo en esclavitud a millones y millones de hermanos y hermanas. El Papa Francisco dijo: “Se grita tanto de libertad y se vive como esclavo”.

miércoles, 23 de mayo de 2018

9 momentos en que tu matrimonio es más vulnerable: así puedes prevenirlo y protegerlo adecuadamente

9 momentos en que tu matrimonio es más vulnerable: así puedes prevenirlo y protegerlo adecuadamente
La vida matrimonial es complicada, y más aún en una sociedad que prima los impulsos emotivistas, favorece las rupturas y deserciones y distrae a los esposos con mil tareas y entretenimientos que pueden separarlos, en vez de unirlos. En la revista Hacer Familiaseñalan 9 momentos en que el matrimonio es especialmente frágil o vulnerable y requiere una atención extra.

1. Cuando, novatos, ¡descubrimos que somos distintos!
Es una de las crisis más frecuentes de los primeros compases de la pareja. Surge al iniciar la convivencia. El enamoramiento que versa sobre los grandes temas posiblemente no se ha parado a mirar en esos detalles mínimos que se perciben en el día a día. Aunque parezca mentira, no son pocas las crisis que los matrimonios tienen que superar por tópicos tan clásicos como la pasta de dientes abierta o si los platos de la cena se recogen o se dejan en la pila. Es entonces cuando descubrimos que cada uno es "de su padre y de su madre". Las educaciones recibidas durante todos los años precedentes son distintas y se nota.

Para enfrentarse a esta situación necesitamos trabajar especialmente la empatía. Es importante ponerse en la piel del otro para juzgar adecuadamente cada situación. La valoración incluye saber si realmente la otra persona es consciente de que determinada actitud nos molesta. En ocasiones, posiblemente, ni sepa que hay otro modo de hacer las cosas porque en casa de sus padres se hacían así. El diálogo tiene que ser muy fluido porque si no se comentan los detalles, se pueden enquistar. Pero al mismo tiempo, nunca se puede perder la perspectiva de que se trata de cuestiones de una importancia solo relativa.



2. Cuando se meten las familias políticas
Aunque ante el altar solo están los novios, no cabe duda de que a la familia llegan también los suegros, los cuñados, los sobrinos y toda una pléyade con la que no contábamos. Si esta situación es habitual en todos los matrimonios, aún más en la cultura española en la que los vínculos familiares son muy potentes y se mantienen a lo largo del tiempo. La injerencia de la familia propia y la política en los asuntos que conciernen al matrimonio puede provocar serias tensiones en determinadas circunstancias. Además, los cónyuges tienen la sensación de estar entre la espada y la pared, puesto que se deben tanto a sus mayores como a su pareja.

En estos casos, el diálogo es el arma más eficaz para solventar los problemas. Pero no se debe entender como un diálogo destinado a que el contrario entienda a la familia política, puesto que es poco probable que ocurra, sino a que el matrimonio acuerde unos principios básicos mínimos que no se podrán transgredir. Como las situaciones son dispares y se presentarán muchas veces a lo largo de la vida, conviene hablar de cada caso en concreto, como las vacaciones, el cuidado de nietos o las fiestas navideñas. En cualquier caso, es imprescindible no atacar nunca al cónyuge por los comportamientos de su familia.

3. Cuando el bebé no llega
Los matrimonios tardíos, el uso excesivo de anovulatorios en la juventud, los ritmos de trabajo y el nivel de estrés están generando una verdadera epidemia de parejas con problemas de fertilidad. Ese deseo por tener hijos en común que es positivo y afianza la relación, se puede convertir en un foco de conflicto cuando, mes tras mes, ese hijo no llega, cuando se frustran los embarazos.

La tristeza se puede hacer presente en la vida de ese matrimonio. Y de esa tristeza surge fácilmente la distancia puesto que, para no provocar más dolor, se evita mencionar un tema que sigue latente en los dos. En ocasiones, deriva en reproches, más o menos explícitos, hacia el otro, y puede acabar incluso con un matrimonio si no se sabe gestionar.

La mejor manera de evitar esta grave crisis matrimonial es no retrasar el momento de la boda y de la paternidad por causas como la necesidad de crecer en el trabajo o de alcanzar un determinado nivel económico. Pero si esa circunstancia ya no se puede soslayar y si el problema persiste, resulta fundamental entender el valor del matrimonio en sí mismo. Aunque los hijos supongan una riqueza para la pareja, el amor de los cónyuges no está supeditado a tener descendencia. Con esta perspectiva en mente, el vínculo matrimonial no flaqueará a pesar de la ausencia de hijos.

No obstante, incluso aunque se haya evitado esa ruptura matrimonial, la búsqueda de un hijo sigue suponiendo una situación de sumo estrés. Un buen orientador familiar nos puede ayudar a superar los estados de ansiedad y vivirlos adecuadamente en el seno del matrimonio. Además, abrirá vías para el diálogo y permitirá trabajar sobre el tema para que no se enquiste y dificulte la relación.

4. Cuando nacen los bebés
La llegada de un hijo suele ser un momento de extrema felicidad para un matrimonio y, sin embargo, también es un momento de tremenda crisis. Lo que pasa es que las parejas suelen adaptarse a los cambios que supone la paternidad con enorme alegría porque para ellos pesan más en la balanza los aspectos positivos. Pero no cabe duda de que supone un cambio radical en la vida de un matrimonio acostumbrado a ser dueño de su tiempo, a tenerse el uno al otro sin interrupciones, a tomar decisiones con bastante libertad. Todo cambia con los niños: ritmos, horas de sueño, planes posibles, tiempo disponible, gastos del hogar, prioridades. Puede que al matrimonio le cueste adaptarse, que tarden en comprender cuáles son sus nuevos roles y que los sincronicen.



Serán necesarias grandes dosis de comprensión por parte del padre y de la madre para que cada uno vaya tomando posiciones en el nuevo escenario. Aunque un niño reclame gran parte de nuestra atención, el matrimonio no debe descuidarse porque será la piedra angular de esa familia que acaba de crecer. Por eso, mirar las cosas desde la perspectiva del otro limará muchas asperezas. Conviene poner distancia sobre los problemas y entender que algunos se van resolviendo solos con el paso de los meses, como la falta de sueño o la atadura que supone la etapa de la lactancia. También es importante dejar de mirar hacia el recuerdo de lo que ya no se puede hacer y centrarse en las posibilidades que ofrece la nueva vida.

5. Cuando hay que decidir cómo educar a los niños
Las parejas mejor avenidas encuentran en muchas ocasiones puntos de fricción en temas que se refieren a la educación de los hijos. Si aquello de proceder "de su padre y de su madre" se hace patente al inicio de la convivencia, la sensación vuelve a escena cuando los problemas con los niños llegan a casa. Como en la educación no existen recetas, cada miembro de la pareja planteará ante cada circunstancia la forma de educar que considere más oportuna. Y tendrá que ver con su experiencia personal, con sus vivencias familiares, con su forma de ser y con otros elementos con los que tenemos que ser particularmente comprensivos.

La comunicación en el seno del matrimonio será la clave para resolver estas crisis puntuales. La negociación permitirá acercar posturas en vías de solución que no son ni buenas ni malas, solo diferentes. Pero lo imprescindible es tener presente en todo momento que los acuerdos son necesarios por el bien de los niños. No se trata solo de pensar en qué opción de las dos es la más beneficiosa sino que, una vez tomada una decisión, los padres deben actuar al unísono para que los hijos tengan un referente moral claro.

6. Cuando escasea el dinero
El dinero no da la felicidad pero la falta de dinero genera más de un quebradero de cabeza. La crisis económica ha atacado gravemente a las familias. En muchos hogares, situaciones como el desempleo de larga duración han servido para unir más a los matrimonios, que buscan juntos soluciones imaginativas para sacar adelante el hogar. Pero no cabe duda de que un cambio radical en el nivel de ingresos supone una crisis a la que hay que hacer frente. Adaptarse a las nuevas circunstancias es complicado y se puede caer en errores comunes tales como comparar los esfuerzos de unos y otros o culpar al otro de la falta de recursos.



Cuando el dinero escasea, mirar hacia lo importante es el paso indispensable. Sin embargo, acto seguido es importante que el matrimonio se ponga a buscar modos de resolver una situación que puede ser coyuntural o alargarse en el tiempo. Aunque la meta pueda estar puesta en recuperar determinado nivel de ingresos, será imprescindible que la pareja sepa adoptar medidas a corto plazo que den un poco de oxígeno a las cuentas y tranquilidad a la familia. Las decisiones en este sentido tienen que ser consensuadas para que ambas partes sientan que están aportando. Si los hijos tienen la edad suficiente, conviene hacerles partícipes, sin alarmismos, de la situación, para que entiendan y colaboren en el programa de ajustes

7. Cuando todo es rutina y el matrimonio se resiente
La conciliación de la vida laboral y familiar sumado al reparto de tareas en el hogar provoca que muchos matrimonios vivan inmersos en una vorágine en el que se comunican con meros mensajes utilitarios y no pasan tiempo juntos. El engranaje funciona, pero los cónyuges viven en soledad incluso aunque pasen buena parte del tiempo acompañados por los hijos o en el trabajo. El matrimonio se va resintiendo porque no se detiene a charlar sobre lo importante sino que se centra únicamente en lo urgente. La vida de pareja se puede convertir en un mero intercambio de anotaciones de tareas en la agenda común.



La pareja necesita tiempo para crecer y fortalecerse,tiempo de calidad que no tiene por qué implicar viajes incosteables o románticas cenas que se salgan del presupuesto familiar. Lo importante es reservarse tiempo para dedicar al otro, para que pueda explayarse contando aquello que le preocupa y no estemos nerviosos intentando saltar a la siguiente tarea, para compartir los temas comunes y debatir sobre los problemas que vislumbramos en el horizonte. Se puede fijar en esa apretada agenda un rato en común, quizá sea solo un café tranquilo los viernes antes de ir a buscar niños al colegio, o una cena casera especial después de que se vayan a la cama. Pero es fundamental no sentirse solo.

8. Cuando nos atrae una tercera persona
Las infidelidades están a la orden del día. El matrimonio avanza por su complicada cotidianidad marcada por los problemas y, de pronto, surge una tercera persona que no genera complicaciones, que no aturde con quejas y que siempre pone buena cara. La tentación existe y muchas veces la salida posible no estriba en huir de ella, puesto que puede tratarse de alguien con quien estamos obligados a tratar.



Si en un matrimonio uno de los cónyuges mira hacia fuera es imprescindible que vuelva la vista hacia dentro para saber dónde está la fuga que no detiene su mirada. Si se deja llevar por un emotivismo que está a flor de piel en nuestra sociedad, es posible que acabe inmerso en una pendiente deslizante con mal final.

Es muy conveniente hacer autocrítica del matrimonio, es decir, analizar qué parte del matrimonio nos corresponde y no estamos haciendo bien y qué parte no hace bien el otro, qué parte no podemos tolerar y qué parte tenemos que aprender a superar. Solo si percibimos que existe un problema estaremos en condiciones de atajarlo. Si no conseguimos atajar el problema o incluso descubrirlo, la ayuda de un experto es la mejor de las opciones antes de que la situación empeore.

Lo importante es no caer en el error de pensar que una atracción física por un tercero significa que el matrimonio esté acabado y que, por tanto, se puede dar rienda suelta al deseo. La tentación es como la señal de alarma que salta en el coche y que nos indica que tiene que pasar por taller. Si se hacen bien las cosas, el matrimonio saldrá fortalecido.

9. Cuando llegan problemas serios
En el camino del matrimonio pueden surgir problemas graves que afecten a la familia en su conjunto. Una enfermedad de alguno de sus miembros, el comportamiento inadecuado de alguno de los hijos, tenerse que hacer cargo de algún mayor, una discapacidad... Son situaciones en las que, aunque la pareja deba permanecer especialmente unida, es probable que los estados de ánimo se vean afectados por los acontecimientos.

Ante estas situaciones hace falta mirar el nuevo escenario desde la distancia, tomar en consideración cuáles son todas las circunstancias, determinar si el cambio de situación va a ser circunstancial o definitivo. Hace falta ser pragmático y buscar soluciones a aquellas cuestiones del día a día que necesitan ser resueltas. De lo contrario, pequeños problemas cotidianos se pueden convertir en cargas inasumibles que acaben por deteriorar el matrimonio. Los esposos tienen que pasar juntos los momentos propios del duelo que implica la aceptación de todo problema. Solo así serán capaces de salir juntos de esa crisis y afrontar la vida tal como viene dada.

23 mayo 2018

miércoles, 25 de abril de 2018

Heridas emocionales que gestamos en la infancia

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¿Cómo reconocerlas y cómo sanarlas cuando somos adultos?

Las heridas emocionales son experiencias dolorosas de la niñez que construyen nuestra personalidad adulta, quienes somos y de qué forma enfrentaremos la vida con todo lo que venga. Es decir, son un factor determinante de nuestro actuar en la edad madura.
Todos tenemos algún tipo de herida emocional profunda que gestamos en la niñez, que nos dejó huella y que nos encaminará hacia el tipo de adulto que seremos: miedosos, inseguros, punitivo, controlador, etc. La buenísima noticia es que también tienen sanación y podemos mejorar. De aquí la importancia de reconocerlas lo antes posible y hacer un trabajo personal profundo para enfrentar de forma valiente -porque el trabajarlas duele y mucho- todas las consecuencias que estas heridas nos hayan dejado.
Se hablan de 5 -o más- heridas emocionales -o del alma- de la infancia que persisten cuando somos adultos. Son las que Lisa Bourbeau menciona en su libro “Las cinco heridas que impiden ser uno mismo”.

1. Herida – La humillación

Nace cuando sentimos que los demás no están conformes con quienes somos. Hay una sensación de desaprobación y de crítica hacia nuestra persona. Cuando de niños de continuo escuchábamos frases como: “Eres un tonto”, esas palabras impactaron nuestra autoestima y esta se lastimó.
Por lo tanto, al día de hoy -adultos- se nos dificulta labrar un amor propio de forma sana porque quizá, como mecanismo de defensa, aprendimos a ser egoístas y algo tiranos, hasta a ser los primeros en humillar para así evitar ser humillados. También se genera una personalidad emocionalmente dependiente. Para sanar esta herida se requiere de trabajar hacia una independencia y libertad sana.

2. El miedo al abandono

La soledad, el desamparo, aislamiento son algunas de las consecuencias de quien experimentó el abandono en su infancia. Puedo imaginar la sensación tan terrible que debe experimentar un niño al sentirse solo contra el mundo y desprotegido por las personas que se supone le deben cuidar y amar de manera incondicional.
Las consecuencias de estas heridas son terribles en la edad adulta. Son personas que difícilmente tienen relaciones estables y de tiempo porque ellas abandonarán antes por miedo a revivir aquel dolor y a volver a ser abandonados.
Para sanar esta herida se requiere de trabajar el miedo a estar solos, el temor a volver a ser abandonados y aceptar, aunque cueste trabajo, el contacto físico (abrazos, caricias, besos…) Aprender a estar con uno mismo y pasarla bien en soledad.

3. La traición o el miedo a confiar

Esta herida es muy delicada y tiene todo que ver con el creer. Cuando niños, si nuestros padres o personas cercanas no cumplieron las promesas que nos hicieron se nos abrió una herida porque nos sentimos engañados, traicionados, perdimos la confianza.
Esta desconfianza, al no habernos sentido merecedores de que alguien nos cumpliera su palabra, se puede transformar en celos, envidia u otros sentimientos negativos hasta volvernos perfeccionistas, controladoras y personas que no sabemos delegar.
Para sanar esta herida se requiere de trabajar en la confianza, comenzando por la personal, en la paciencia, la tolerancia y la flexibilidad.

4. La injusticia

Son heridas que se gestan cuando en el hogar tuvimos un ambiente punitivo, autoritario y nada cariñoso, lo que nos generan sentimientos de inutilidad e incapacidad hasta convertirnos en adultos rígidos y perfeccionistas.
Para sanar esta herida se requiere de trabajar la flexibilidad y confianza en los demás.

5. El miedo al rechazo

Esta herida se gesta cuando en la niñez sentimos rechazo, ya sea de los padres, de la familia o de los iguales evitando que tengamos un sano desarrollo del amor propio y de la autoestima lo que nos llevará -al no sentirnos merecedores de comprensión o afecto- a aislarnos.
Para sanar esta herida se requiere de trabajar nuestros fantasmas internos, nuestra capacidad de tomar decisiones sin miedo a ser juzgados y no tomar personal cuando la gente se aleje.
Recuerda que tú eres mucho más que tus heridas. No permitas que ninguna te defina de forma negativa o que te controle, antes bien, contrólales tú y haz de ellas un medio de fortaleza, la catapulta hacia tu sanación.
por Luz Ivonne Ream - Misioneros Digitales Católicos MDC Fuente: es.aleteia.org